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sacrificio"
dijo en
alta
voz-fulano es un
prrro mesti–
zo, borracho, y le he de dar docientos azotes."
106. La sirnple lectura de la pieza anterior basta
para formar un triste concepto de ella. El P. procu–
rador de la compañia,
~-
fuerza de descaro,
y
en vista
de la enorn1idad del desacato que se cometería ante
la n1ajestad de un rey, si refiriera
á
sabiendas sucesos
falsos, pretendía hacer creíble su relacion; pero el des-–
caro no evitaba el descrédito, que iba
á
caer en justa;
represália sobre los autores de las patrañas. Si gene–
raln1ente hablando, puede haber ho1nbres, aunque
sean obispos, que incurran e. los desvaríos que del se–
ñor obispo Cardenas contaba el P . Pedraza, se nece–
sitan pruebas respecto de este
y
aquel hon1bre,
ó
sea
obispo. En la referida epoca tenia el señor obispo
corno 70 años, Circunstancia que no basta por sí sola
á
probar caducidad,
y
n1ucho ménos por testimonio je–
suítico. Aclen1as, consta de infor1naciones hechas en
reco1nendacion del señor Cárdenas, que era muy dis–
tinto del obispo que pintaban los jesuitas; tenia vir–
tudes sinceras, cristianas
y
episcopales. 1Tn obispo
loco
ó
caduco
no
hubiera sido prolnovido
á
la silla de
Sta. Cruz de la Sierra, como lo fué el señor Cárde–
nas. Varones re:::ipetables é in1parciales hicieron
bue~
na 1ne1noria de este señor obispo, como el Dr. l\1on–
talto, D. Nicolas Antonio, el señor Solorzano
y
el
Ilustrísimo señor Villaroel, que lo han colmado ele
elojios en vista de sus letras, su virtud, y los
t
·abajos
y
aflicciones que sufrió por el celo de la relijion, de parte
de aquellos que
debían _auxiliarle
y
no
~ervir
de
impe–
dimento.
§
3.
o
107. Fr.
Juan de. S. Diego Villalon, apoderado
del soñor obispo Cál'denas, presentó otro memorjal al
rey, en que punto por punto
y
con la mayor prolijidad
desvanece los cargos del P. Pedraza, y pone en claro
la inocencia
y
virtnd probada del señor Cárdenas.
Hace ver que, el obispo quiso y favoreció
a
los jesui–
tas,
y
estos fueron al principio ageadecidos: que si
despues se disgustaron, fu.é por cumplir aquel con sus
deberes en la visita de sus doctrinas: que jamas acos–
tumbraba jurar,
y
n1ucho meuos jurar en falso que