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~ ~Jl

--

l}"a\'9.

que -se pusiera, un

obispo auBiliar,

que goheraa–

~e

en

adnünistraciou

la

dioces·is,

como Bucodió ea

tiempo del señor Antequera, en que fné encargado

del

obispado

del .Paraguay D. Fr. José Palbs; obispo

titular de

Tatillun

en la lYiauritania, sun1a1nente adic--:

to

á

la

con1pañia-, con1o se verá despues. Precavidos

de

esta

suerte de parte de los obispos, echaron la vista

á

los

gobernA-dores, elej1dos entre

los

que

eran

afectos

á

la

co1npañia."

112.

"D.

Diego de los Reyes, gobernador d-ei

Pa·

raguay, fué acusado de muchas injusticias,

y

por

ellG

D.

Tomas de Cárdenas entabló causa de

capítulo~

.ante la audiencia de Charcas; la que en atencion

á

la

gravedad de la 1nateria, no1nbró para entender en

dicha causa al señor Antequera, fiscal protector de

indios eu

la

m

is1na a

udiencia,

por la con.Jianza de su

celo, literatura y

dem.as

circunstancias.

En

consecuencia

el señor

An

teq

uera .a

brió

y

prosiguió

la

causa en

1~

Asuncion,

á

donde se trasladó. La audiencia dispuso

en pliego cerrado,

que

debía

~brirsB

en caso de resul–

tar de la

sun1ar·ia

que era culpable Reyes, que gober–

nase interinamente el seílor Antequera.

El

virey

le

nombrará igualn1ente para cuando

D.

Diego ter1nina·

se

su

periódo. Dada por concluida la causa, se

mau.

daron citar las partes para

oir

sentencia en la audien–

cia

de Charcas, y co1no Reyes habia fugado,

fné lla–

mado

á

edictos

y

peegones. Los cabildos eclesiástico

y

f:lecu1ar del Paraguay

y

los cabos principales, dieron

repetidas gracia.s

á

la audiencia, por haberse· puesto

en la

persona del señor Antequera, que habia serYi–

do de alivio

.Y

consuelo

á

los

nlot·adores de la provin–

cia.,

emprendiendo varias obras sin gravar

á

los veci-

no¡;."

·

113.

"D~

Diego

de

los Reyes estaba en las n1isio ...

nes de la con1pañia,

y

con el apoyo de sus protecto–

res consjguió que el virey le diera un despacho resti–

tuyéndole el gobierno del Paraguay.

~1as

hallándose

la

provincia inquieta por

el

extraño n1odo conque

Re–

yes pretendía la reposicion, el cabildo eclesiástico

ex–

hortó

al

protector fiscal,

á

que hiciese de

su parto lo

conveniente para la quietud de

la

provincia;

y

el pro–

tector

oxhortó üt1ubien

al

cabildo,

á

que corrijiese

~

1nuohos eclesiásticos que causaban aquellas iuquietu–

d&J.

Los

cabiLdos

y

t~d~~ 1~~ -~~!>~~

militares

s~ula-