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'Una·:
que cuando asegura el P. Pedl'nza, qüe
desd~
~quel
dia los clérjgos
y
seglares andan con armas,
y
profanan la iglesia con juegos ilícitos, describe cabal.....
1nente lo que sucedió en su colejio de la Asuncion;
donde mantenían seiscientos indios traídos para pren-–
der la primera vez al obispo,
y
cuando en estas
y
otras ocasiones se han profanado las iglesias, no solo
con juegos ilícitos, licencias militares y usos de las
inmunidades de las campañas, falsamente atribuidas
por el P. Pedraza
á
los clerigos del obispo, sino con
atrocidades
y
abo1ninaciones que el oírlas causaría
horror.''
108.
I.Jos enemigos de la iglesi a católica, que le–
yeran los escritos de una y otra parte en el asu :1to del
respetable obispo del Paraguay, tendrían harto mate–
r!al para reírse y censurar; pero, cualquiera que sea
~SU
conducta y su juicio bajo el aspecto eclesiástico,
no dejen de mirar la cuestion por el de la razon
y
la
justicia y la decencia, porque ese aspecto pertenece
á
todos los hombres. En cuanto
á
los católicos, no podía
menos de llan1ar la atencion, que relijiosos pobres,
hu1nildes
y
obedientes de profesion,
y
adernas
nü–
.sioneros apostólicos, tratasen eJe palabra
y
obra y por
escrito
á
un obispo ele la manera que hemos referido.
Y esto que sucedía en el Paraguay, no era un he–
·cho aislado; poco antes tuvo lugar el de la·Puebla con
el señor Palafox, y
o~ros
diferentes en varios luga–
res. ¡Que podrá ser esto! ¿Qué hay en la compañia
que no se nota en las den1as relijiones? Un aconteci–
miento solo pudiera ser un problema de dificil resolu–
cion; pero ¡tantos y tantos en distintos lugares! Unos
á
otros se esplican
y
dan luz.
No es para dejar en silencio una circunstancia. Eri
la táctica de los padres jesuitas entra el siste1na de
poner en riclíc.ulo á sus enemigos; lo que parecería n1uy
extraño en religiosos que tenian fama de circunspec–
tos, si la burla no estuviera documentada con hechos
incuestiona,bles. Rabia una diferencia entre el señor
obispo de la Puebla
y
el del Paraguay. Aquel, ademas
de sus conocimentos
adquiridos,~le
aventajaba,
a
nues–
tro parecer, en dotes personales, en relaciones de fa–
n1ilia
y
en el manejo práctico de los negocios, por los
elevados puestos con que fué distinguido. Los jesuitas