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.......

81

--b

'Una·:

que cuando asegura el P. Pedl'nza, qüe

desd~

~quel

dia los clérjgos

y

seglares andan con armas,

y

profanan la iglesia con juegos ilícitos, describe cabal.....

1nente lo que sucedió en su colejio de la Asuncion;

donde mantenían seiscientos indios traídos para pren-–

der la primera vez al obispo,

y

cuando en estas

y

otras ocasiones se han profanado las iglesias, no solo

con juegos ilícitos, licencias militares y usos de las

inmunidades de las campañas, falsamente atribuidas

por el P. Pedraza

á

los clerigos del obispo, sino con

atrocidades

y

abo1ninaciones que el oírlas causaría

horror.''

108.

I.Jos enemigos de la iglesi a católica, que le–

yeran los escritos de una y otra parte en el asu :1to del

respetable obispo del Paraguay, tendrían harto mate–

r!al para reírse y censurar; pero, cualquiera que sea

~SU

conducta y su juicio bajo el aspecto eclesiástico,

no dejen de mirar la cuestion por el de la razon

y

la

justicia y la decencia, porque ese aspecto pertenece

á

todos los hombres. En cuanto

á

los católicos, no podía

menos de llan1ar la atencion, que relijiosos pobres,

hu1nildes

y

obedientes de profesion,

y

adernas

nü–

.sioneros apostólicos, tratasen eJe palabra

y

obra y por

escrito

á

un obispo ele la manera que hemos referido.

Y esto que sucedía en el Paraguay, no era un he–

·cho aislado; poco antes tuvo lugar el de la·Puebla con

el señor Palafox, y

o~ros

diferentes en varios luga–

res. ¡Que podrá ser esto! ¿Qué hay en la compañia

que no se nota en las den1as relijiones? Un aconteci–

miento solo pudiera ser un problema de dificil resolu–

cion; pero ¡tantos y tantos en distintos lugares! Unos

á

otros se esplican

y

dan luz.

No es para dejar en silencio una circunstancia. Eri

la táctica de los padres jesuitas entra el siste1na de

poner en riclíc.ulo á sus enemigos; lo que parecería n1uy

extraño en religiosos que tenian fama de circunspec–

tos, si la burla no estuviera documentada con hechos

incuestiona,bles. Rabia una diferencia entre el señor

obispo de la Puebla

y

el del Paraguay. Aquel, ademas

de sus conocimentos

adquiridos,~le

aventajaba,

a

nues–

tro parecer, en dotes personales, en relaciones de fa–

n1ilia

y

en el manejo práctico de los negocios, por los

elevados puestos con que fué distinguido. Los jesuitas