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~

86-

tenia

cédulas

de S. 11:. para la

ef.1pulsion de·

los jcsuí..

tas,

siendo asi, que despues de haber dado las razonef3

1)ara

eje~utar

la espulsion, suplica

á

S. M.

que la aprue–

be; documento que fué firn1ado por los n1is1nos que

le oyeron jurar, segun el

P.

Pedraza, que tenia cédu–

las: qno es calun1ni.a inventada por éste, y

n1uy

con–

traria

á

la verdad la asercion de que el obispo exhor–

tase en sus sermones

á

invadir las haciendas de los

jesuitas

y

quen1ar sus chácaras; porque nadie se atre–

vería

á

decir ni hacer tal cosa contra relijiosos,

de

quienes se corria. riesgo de ser perseguidos: que lo

q1~e

se imputa al obispo de recojer finnas en blanco,

es

cabalmente lo que han hecho los jesuitas,

ya

dispo–

niendo

á

unos con agasajos,

ya

oponiéndose

á

]o qne

mostraban otros á favor lel obispo,

ya

haciendo

firrnar–

á

los niños

á

non1bre de sus padres,

y

con título de

pa~

dre maestro

á

un

1nuchacbo que traía el hábito de

Santo D01ningo, y

que

indios firmáran con1o lnaes–

tres

de cmnpo, capitanes

y

otros tltulos supuestos:

que es cosa indigna de un

rel~jioso

de la con1pañia la

calumnia n1anüiesta, de que el obispo 1nandó quen1ar–

la

iglesia ele Santo Dorningo, cuya relijion defendió

sien1pre al señor CárdeuPt,s: qne es falso igu.aln.1ente

lo

que dice el

P.

Pedraza del convento de la

l\1erced~

que el procurador de la c01npañia pone particular cui–

daclo en afectar

y

dar

colo·c

á

la

accion escandalosa

del arcediano, que él lla1na dean, porque con sus colo–

res naturales había de causar horror: que sabiendo el

obispo que el arcediano D. Gabriel Peralta, que

1e

perdiera la obediencia é 1dose al colejio de

la

com–

pañia, babia vuelto

á

su casa, se dirijió

á

ella con ocho

ó

diez clérigos sin ar1na ningnna

á

prenderle: que

el arcediano disparó su escopeta contra; el obi po, y

tnjlagrosamente no le mató la :bala, que yo conservo,.

dice

Jfr.

Juan de San Diego: que al rüido acuclió

mu–

cha gente y

el

gobernador, quien dijo al obispo: vaya–

se

V.

S.

á

su iglesia, que yo le daré preso al arcedai–

no, con cnya palabra se salió el obispo

y

vino

á

su

iglesia: que el arcediano salió por una puerta falsa al

colejio de la co1npañia, con uaa escopeta en las

ma–

nos;

un

alfanje en ]a cinta,

y

se]s padres jesuitas sa–

liet·on

á

su defensa con arn1as de fuego,

y

el

P.

l\1an–

~ui_~no

con dos escopetas, hu sca.ndo

á

quien

dar la,