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-83-

tlca,

y

un

juez conservador, que lo

era Fr. Pedro

N

Oe

lasco, provincial de

la

lvierced. El pretendido gober–

nador amenazó

:i

la ciudad

y

triunfó con Jos jesuitas.

Se renovó la sede vacante: el conservador alzó

tri~

bunal,

y

pronunció sentencia de deposicion contra el

obispo. Entraron en la ciudad los vencedores, discur–

riendo

á

caballo los cuatro relijiosos notnbrados por

loa

escuadrones. R.efnjiose el obispo en la iglesia

ma~

yor,

y

la

sitiarop: sacerdotes

fueron sacados presos

en una

cadena g:t·ande,

y

los padees

jesuitD)s

decian–

cmwiene proceder con rigor, para que en adelante no se bur...

len de nosotros,

y

nos teman.

El obispo

fué

maltratado

eu

su iglesia,

y

puesto en una balza- vieja con solda–

dos de guard1a, que le llevasen

á

la

ciudad de Sta. Fé."

- 104. "El obispo pemeguido se

fué

á la

ciuda~

de la

Plata

para quejarse

á

la

audiencia, pero

la

ha1ló preo·

~upada

por los

j~suitas,

fué

bien recibido del pueblo;

lo que exitó la cólera de los padres, que

h~ciendo

alarde de su poder, n1enospreciaban al obispo. No ha·

liando este

á

quien

acudir~

resolvió ir

á

España; pe-

1~0

al llegar

á

Córdoba, para dirijirse

á

Buenos Ayres,

el

visitador,

que

era mas que herrnano de los jesuitas,

se

lo estorbó por diferentes modos, part1 que

el

mo–

nárca no conociera los graves excesos ele los jesuitas.

Sin e1nbargo el rey

n1andó

que el obispo fuese resti ..

tuido

á

su silla;

y

fuese llevado en partida de rejistro

el conservador con toda dilijencia. Tarnbien en Rmna

se declaró, que los de la cor11pañia no habian podido

nombrar juez conservador,

y

fué

nula la

8entencia

de

deposicion fuln1inada por este contra el obispo: que

este pudo

visitar las iglesias parroquiales de la

coln–

pañia en lo que Iniraba al gobierno de las alrnas;

y

que pudo castigar con penas

y

censuras eclesiáticas

á,

· los

jesuitas que

gobernaban

esas parroquias sin su

aprobacion, hasta que n1ostrasen privilejio."

§ ')

o

.w.

105. De su parte la

compañia

pintaba

los sucesos

de la manera conveniente

a

sus intereses,

y

por

In

e–

dio de su procurador general el P.

J

ulj~tn

de Pedraza,

deeia al rey: q ne "habia llegado

á

tanto el rigor de

~a

indignacion del obispo

contra

la co1npañia, que

d~s~