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-77-

ta a1 arzobispo de Toledo. Un gtave

y

docto reiiji<J–

so escribió contra los fundamentos alegados en dicha

carta,

y

su dictán1en mereció las atenciones de la cór–

te.

Con

este motivo creyó de su obligacion el

Sr..

Pa1afox, escribir un n1e1norial al rey sobre la inmuni–

dad eclesiástica, que fué n1al recibido por este·, le de–

sagradó. A

consecuencia se le hizo

b

l"'prension

de

que habla el

P.

Tirso,

á

la que respondió el obispo–

yo r:reia haber servido

á

S.

M~

en lo obrado;

pero

á

los

dos meses recibió una real cédula, llena de piedad

y

relijíon. Vean nuestros

lectores.la

parcialidad del

P.

general, que refería una sola parte de los sucesos,

y

a.tribuia al esp1ritu turbulento del obispo lo que este–

hacia en concienc· a, aun con peligro de desagradar

al

rey, lo que defendía

el P .

propósito general con toda

su compañia, y que n1ereceria la ap.robacion del

ro–

mano pontífice.

94.

Recordaba tambien el

P.

Tirso

al

rey Carlos

II..

que "sn augusto padre había desap robado la conduc–

ta

turbulenta de nuestro obispo, haciéndole venir

á

España contra su voluntad." El que escribió la vida

del

Sr.

Palafox dice así-

' 'N

o vino

á

España

D.

Juan de Palafox capitulado

y

en desgracia de su rey,

sino llarnaclo por una real cédula, en la cual se leen

las

clausulas siguientes-siendo

igual la satisfaccion que·

he tenido

y

tengo de lo que habeis merecido en mi servicio,

á

lo que deseo gratfficarlo, rne ha parecido cHlatar vuestra

¡>resentacion para iglesia de estos reinos hasta que vengais

á

ellos.

Y

dcspues añadió

S.

NI.

de

su

real mano, fa–

vor que rara vez acostumbra hacer, algunas palabras

que concluyen

así-siempre tendré memoria de vuestra·

persona pt;tra honraros y favoreceros·-

Y

o

EL REY.

N

o

estaba en desgracia de su rey, quien le n1erccia

clausulas de tanta esti1nacion

y

benevolencia; con1o

no tenia revueltas las

Indias,

y

¡

quiénes lo de–

cian! el que en el juicio de residencia no tuvo contra sí

querella, capítulo ni demanda,

segun decia

e]

juez.

Al

otro dia de su llegada fué D. Juan '

á

besar la mano

del rey, quien lo Tecibió con agrado n1as que ordi

la–

r]o, y le .colocó en el supremo c>n1sejo de Aragou."

95. Si pues el Sr. Pelafox, lejos de calumniar

á

la

compañia, ha sido él ca1 umniado; si el pa¡:m y la con–

gregRcion

le hicieron justicia contra

ella;

y

si la

rcla~