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ta a1 arzobispo de Toledo. Un gtave
y
docto reiiji<J–
so escribió contra los fundamentos alegados en dicha
carta,
y
su dictán1en mereció las atenciones de la cór–
te.
Con
este motivo creyó de su obligacion el
Sr..
Pa1afox, escribir un n1e1norial al rey sobre la inmuni–
dad eclesiástica, que fué n1al recibido por este·, le de–
sagradó. A
consecuencia se le hizo
b
l"'prension
de
que habla el
P.
Tirso,
á
la que respondió el obispo–
yo r:reia haber servido
á
S.
M~
en lo obrado;
pero
á
los
dos meses recibió una real cédula, llena de piedad
y
relijíon. Vean nuestros
lectores.laparcialidad del
P.
general, que refería una sola parte de los sucesos,
y
a.tribuia al esp1ritu turbulento del obispo lo que este–
hacia en concienc· a, aun con peligro de desagradar
al
rey, lo que defendía
el P .
propósito general con toda
su compañia, y que n1ereceria la ap.robacion del
ro–
mano pontífice.
94.
Recordaba tambien el
P.
Tirso
al
rey Carlos
II..
que "sn augusto padre había desap robado la conduc–
ta
turbulenta de nuestro obispo, haciéndole venir
á
España contra su voluntad." El que escribió la vida
del
Sr.
Palafox dice así-
' 'N
o vino
á
España
D.
Juan de Palafox capitulado
y
en desgracia de su rey,
sino llarnaclo por una real cédula, en la cual se leen
las
clausulas siguientes-siendo
igual la satisfaccion que·
he tenido
y
tengo de lo que habeis merecido en mi servicio,
á
lo que deseo gratfficarlo, rne ha parecido cHlatar vuestra
¡>resentacion para iglesia de estos reinos hasta que vengais
á
ellos.
Y
dcspues añadió
S.
NI.
de
su
real mano, fa–
vor que rara vez acostumbra hacer, algunas palabras
que concluyen
así-siempre tendré memoria de vuestra·
persona pt;tra honraros y favoreceros·-
Y
o
EL REY.
N
o
estaba en desgracia de su rey, quien le n1erccia
clausulas de tanta esti1nacion
y
benevolencia; con1o
no tenia revueltas las
Indias,
y
¡
quiénes lo de–
cian! el que en el juicio de residencia no tuvo contra sí
querella, capítulo ni demanda,
segun decia
e]
juez.
Al
otro dia de su llegada fué D. Juan '
á
besar la mano
del rey, quien lo Tecibió con agrado n1as que ordi
la–
r]o, y le .colocó en el supremo c>n1sejo de Aragou."
95. Si pues el Sr. Pelafox, lejos de calumniar
á
la
compañia, ha sido él ca1 umniado; si el pa¡:m y la con–
gregRcion
le hicieron justicia contra
ella;
y
si la
rcla~