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t~ccion
do
la.
antotidau episcopal. E scribia. "con se–
ereto, recato
y
precauci01, la carta
6,
que se refiere el
P.
Tirso,
y
la primera. vez que se habló en público
de
ella, fué · en el
ülCJllOrial
que dirijió
a
Felipe IV. la.
compañia,
y
despu~s
en el defensorio que esta misma
presentó en la Curia rom1na;
y
quien desde Roma
es
tendió ea
E3pa.ila
dicha cana,
fllá
el
P.
general Tir–
so en su memot·ial
á
Carlos II. Aun el
P. Annato
y
ott·os
j esLlit.UJ3
ele Pari3, negaban que fu9.se obra da
Palafox. Pot' lo dema.s, han visto nuestros lectores,
qu3 err
R::>n11.
Íllé
m-..1y
e3titn
"Ld1.
y
celebrada
la
men–
cionada carta: no so hac3u elojio3, ni se emplean ta–
le:3
demo.stra~ionc::;
con piezas turbule11tas
y
destem–
pladas.
92.
Asegura
el P.
Tit·so, que "en
Re>ma el
obispo
fué ve;}cido, seg-un cotB ta ba
auténtic~:tn13:üe
d al mo–
nitorio
y
sentencia jurídica de la congregacion,
y
que
todos
lvs
pL'O'J
0
S·)S
fueron nul0s por fc.tlta
do
prneba~."
Aunque bastaría remitir
a
nuestros lectores
á
1os bre–
ves del papa Inocen
cioX.
y
á
ias argucias
y
tenaci–
dad de los jesuitas
p:
1.radesconocerlos
y
r0sistirlos por
euatro años, pne.s nadie contradice
una
sentencia que
le ha sic
1
o favorable, ni se molesta
y
tiene pena de
ser vencedor, vmnos
á
demostrar el gravísimo equí–
voco en que incurrió
el P.
general,
á
la vista de
ua
documento :fidedigno que se encuentra al fin del to–
mo
12
de las obras del Señor Palafox.
" Los puntos decididos por 1a Santa Sede en la
)) causa seguida por el obispo de la Puebla contra la
)>
compañia estaban reconocidos
y
re~íbidos
en todas
JJ
partes como decisiones;
por
lo cnal era patente
al
)) n1nndo que
la
sentencia fué dada
á
favor del obispo.
»·y
uo
obstante, se trabajó
un
escrito intitulado–
»
ptoceso
y
fin de la causa angelopolitana,
en el cual nlez–
l)
ciaba el autor los breves apostólicos
y
ln.a declara-–
»
ciones
de
la oongregacion con
ilaciones
voluntarias,
>J
que deslumbr ndo tuercen la sustancia
y
calidade1
>1
de los hechos. Impl·in1i6-.., esta pieza en R.oma eu
];
1653
y
sia tardanza se eslendió
por
los
reinos de
la
)1
cristiaPdad;
y
para que fuese n1as visible
y
autoriza–
»
da,
e1
editor del
4Q
tomo dell>ulario
ron1~no
en
Leon.
»
de
Francia, año de
1655
se tomó la lic ncia
de in–
~
troducirla
~n
él.
Cuando
se supo en Ro1na la
intru~