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meridional.

Nos proponemos analizar las sentencias

de uno

y

otro, á propósito del asunto que se trata.

Conjeturaba el señor Azara en el capítulo

13

que "las

poblaciones jesuíticas debieron mas bien su forma–

cion al temor que los portugueses inspiraban

á

los

indios, que al talento PPJ-'Suasivo de los jesuitas;"

y

hacia su conjetura para contestar á los jesuitas que

decían, que "en la reduccion de estos indios, su con–

ducta

se limitó

á la persuacion

y

á la predicacion apos–

tólica:" Para contradecir el señorAzara una asercion

tan confi.adá

y

algo presuntuosa, no aventuraba una

<;:onjetura de capricho, sino que la fundaba en dos ob..

servaciones:

1~

"que los j esuitas formaron sus diezi–

nueve 1;>rim,eras poblaciones en el corto espacio de

venticinco años, y que de repente cesó el fruto de su

celo

y

predicacion, sin obtener ningun suceso en el

espacio de ciento y doce años, sino la poblacion ele

J

esus, menos por sus predicaciones, que por el socor–

ro de los indios de Itapúa, que tenia yá setenta y un

años de antigüedad:" 2':l "que esos venticinco años,

tan fecundos en fundaciones de pueblos, cayeron pre–

cisamente en el tie1npo, en que los portugueses perse–

guían por todas partes con furor

á

los indios para

venderlos como esclavos, refujiánclose ellos entre el

Paraná

y-el

Urugay y los bosques inmediatos, donde

ne era fácil penetrar.'' En estas dos observaciones

fundaba el señor Azara su conjetura de que " las po–

blaciones de los jesuitas debieron su forn1acion mas

bien al ten1or de los indios á los portugueses de quie–

nes huían, que al talento persuasivo de los jesuitas."

Nuestros lectores vera,n, que si tal inferencia no te–

nia la fuerza de una demostracion, no era

ind~gna

de

calificarse de

conjetura

racional, ni el señor Azara

presentaba su concepto en otra forn1a. Porque si en

ciento y doce años no formaron sino una poblacion,

la de

J

esus, los padres jesuitas, á quienes año por año

y en toaos los instantes acompañaba su ardiente celo

en un pais abundante de cosecha para los catequiza–

dores apostólicos;

y

si casuahnente se presentaba la

circunstancia ele que la época, en que los padres for-