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miren tales snceso::; por el aspecto miserable, de

que.

brantar ]as !·eglas, sin despreciarlas, respetándolas,

particla comnn á cuantos se hallan revestidos de fra–

jilidad,

y

que por lo mismo, casi no hay derecho de

hacer cargo por ella, sino de lo que practicaban sere–

namente, sin remordi.n1iento, en conciencia

y

con creí–

do derecho,

á

vista de todo el mundo, en mucha par–

te sin escándalo,

y

ma.s bien con alarde

y

ufanía.

Por este aspecto miren nuestros lectores

á

los

jesui~

tas,

y

clescnbrirán el carácter peculiar, que los distin–

guía de las demas órdenes reHjiosas. Éstas, hablando

en el 1Bnguaj e teolójico de la ascética y mística,

jun~

taban la vida

contemplativa

y la

acti?;a,

sin salir de la

vida crístiana, manteniéndose e11. ella. Al cont:tario

Jos jesuitas, que haciendo J?rofesion de unir la vida

activa

y

la contemplativa, le agregaban de su propia

cuenta la vida del siglo. Bien puede disgustarles la

palabra, pero ella es exacta: porque tiene vida del si–

glo el que se engolfa

en

las cosas del siglo;

y

son co–

sas del siglo la acun1ulacion de riquezas, la ambician,

los pleitos, la astucia, la hipocresía, la 1noral relajada,

y

cuanto mas han ·visto nuestros lectores en los

cua~

dros históricos que les hemos presentado: no son ca–

lumnia,s, son historia.

En

verdad, nadie ha merecido .

mas que la compañia de

J

esus, que se le afronte la

palabra de San Pablo-los

.que militan bajo las banderas

del Se'ñor, no deben entrorneterse en los negocios seculares.

Niéguenlo con1o gustaren, los hechos les contradirán,

y

quienes los hayan documentado, tendrán derecho

de h ablarles así-vosotros que haceis alarde de ser la

milicia ele

J

esus contra la milicia del demonio, os ha–

beis mezclado en los negocios seculares, y en los pues–

tos mas coucurridos por la milicia enenüga, y no pa–

ra batirla, sino incorporondoos en ella, como si dije–

ramos, pata seguir sus máximas

y

tentaciones. Los

ambiciosos, los díscolos, los avaros, los inobedientes

no pertenecen á la milicia del Señor, á la compañia

de Jesus.

y

como segun 1¡ sentencia

ele

Jesucristo

nadie pue–

de serrir

d dos

só'iores,

rc~mlta

que los pad_r:es ignacia-