-
32(-
miren tales snceso::; por el aspecto miserable, de
que.
brantar ]as !·eglas, sin despreciarlas, respetándolas,
particla comnn á cuantos se hallan revestidos de fra–
jilidad,
y
que por lo mismo, casi no hay derecho de
hacer cargo por ella, sino de lo que practicaban sere–
namente, sin remordi.n1iento, en conciencia
y
con creí–
do derecho,
á
vista de todo el mundo, en mucha par–
te sin escándalo,
y
ma.s bien con alarde
y
ufanía.
Por este aspecto miren nuestros lectores
á
los
jesui~
tas,
y
clescnbrirán el carácter peculiar, que los distin–
guía de las demas órdenes reHjiosas. Éstas, hablando
en el 1Bnguaj e teolójico de la ascética y mística,
jun~
taban la vida
contemplativa
y la
acti?;a,
sin salir de la
vida crístiana, manteniéndose e11. ella. Al cont:tario
Jos jesuitas, que haciendo J?rofesion de unir la vida
activa
y
la contemplativa, le agregaban de su propia
cuenta la vida del siglo. Bien puede disgustarles la
palabra, pero ella es exacta: porque tiene vida del si–
glo el que se engolfa
en
las cosas del siglo;
y
son co–
sas del siglo la acun1ulacion de riquezas, la ambician,
los pleitos, la astucia, la hipocresía, la 1noral relajada,
y
cuanto mas han ·visto nuestros lectores en los
cua~
dros históricos que les hemos presentado: no son ca–
lumnia,s, son historia.
En
verdad, nadie ha merecido .
mas que la compañia de
J
esus, que se le afronte la
palabra de San Pablo-los
.que militan bajo las banderas
del Se'ñor, no deben entrorneterse en los negocios seculares.
Niéguenlo con1o gustaren, los hechos les contradirán,
y
quienes los hayan documentado, tendrán derecho
de h ablarles así-vosotros que haceis alarde de ser la
milicia ele
J
esus contra la milicia del demonio, os ha–
beis mezclado en los negocios seculares, y en los pues–
tos mas coucurridos por la milicia enenüga, y no pa–
ra batirla, sino incorporondoos en ella, como si dije–
ramos, pata seguir sus máximas
y
tentaciones. Los
ambiciosos, los díscolos, los avaros, los inobedientes
no pertenecen á la milicia del Señor, á la compañia
de Jesus.
y
como segun 1¡ sentencia
ele
Jesucristo
nadie pue–
de serrir
d dos
só'iores,
rc~mlta
que los pad_r:es ignacia-