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en las u¡jentes
neces1d~cles
de.._cuidára aprovechar'–
((
se ·de los auxilios saludables, que su divina provi–
((
dencia le proporcionaba." Segun esto,
aquí estamos
dijeron los jesuitas, y el Papa los miró como singular
providencia de Dios, y no hubo menester mas razon
para•.restaurar la compañia.
Robustos y esperimentados
pilotos
llamaba Pío VII, á los jesuitas. ¡Qué vergüen–
za de palabras en la boca de un Pontífice[ El jefe de
la Iglesia católica, el encargado de dirijír el rumbo
de la navecilla de Pedro, suelta el timon, entrega el
gobernalle
á
los jesuitas. Clemente XIV, no proce–
diera asi; pero su breve quedó abolido y desairado.
t)in embar
go, lossucesos posteriores descubrirán de
que parte
estu.vola justicia y el discreto proceder.
AllTICULO
XXV.
DECRETO DE FERNANDO VII
Á
FAVOR DE 'LA COM.PAÑii
§.
1
o.
415. En 15 <le Diciembre delnüsmo año-1814, escri–
bió Pio VII al Hey de Esp:1ña D. Fernando VII, di–
ciéndolo entre otras cosas así-"Sin embargo de las
just~~
razones que nos habían movido á restablecer '
tan útil 'sociedad, aprob:1da y confirmada por va.rios de
nuestros predecesores, creyendo que los fieles de
J.
C.
fiprobarian nuestro proyecto, ha llegado al colmo
nuestra alegria, querido hijo, cuando hemos sabido
que Jo aprobabais vos, cuya relijion, sabiduría, y pru–
dencia constituyen nuestra admiracion. Inmensos
bienes sacará la España de los sacerdotes de la com–
pañia; porque sabemos por una larga esperiencia, que
no solo por sus buenas costumbres
y
vida evanjélica
esparcen el aroma de la doctrina de
J.
C. sino tam–
bien por el celo con que trabajan para la salvacion
de las almas; pues uniendo á la vida ma.s pura un pro–
fundo conoci1niento ele las ciencias, estienden y de–
fienden la. relijion c'ontra los esfuerzos de los malva–
dos, apartan
á
los cristianos de la corrupcion, enseñan