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·- 256-

de Jesus había ejercido, como debía ser, una sa1uda-–

ble influencia sobre el espíritu y la salud del Papa;

y

tanto mas, cuanto que no se babia decidido á esta gra...

ve medida, sino con ]a.s intenciones mas santas, des–

ptles ele un maduro exámen y de fervientes oraciones.

]~l

cardenal Bernis decia-"el Papa no ha querido ja–

((

n1as sacri:ficai·

á

los jesuitas á ninguna idea de inte·•

«

rés ni

;-1

ninguna conveniencia política: sus resolu–

<c

ciones han sido

tom~das,

en nüra de 1nayores bie–

<c

nes, y de la quietud de la Iglesia y de los Estados

«

católicos.»

Olem~nte

XIV creyó oportuno preparar

la opinion pública por algunos actos prévios contra la

compañia; y dió á los principales obispos

~el

estado

pontificio el derecho de visitar las casas de los jesui–

tas situadas en sus diócesis, para que ex.aminasen la

administracion de estos relijiosos, contra la cual se

habían levantado muchas quej as, y para secularizar

á

los índjuiduos que lo pidiesen. Esta medida del San–

to Padre fué universalmente aprobada. El objeto prin–

cipal del Papa ordenando esta visita, fuera de los mo–

tivos indicados, parecia tan1bien haber sido para im–

pedir que los miembros ele la Sociedad enajenasen los

efectos pertenecientes

á

sus casas. E l carclenal Mal–

vezzi, arzobispo de Bolonia, había escrito al Santo

Padre, que los j esuitas de su diócesis vendían los efec–

tos pertenecientes

á

sus

casas.JJ

[308]

399. Es nl'uynotable y no debe.ser 0111itida la relacion

que hace el historiador ele Olen1ente XIV para vindi–

car la memo1tia del cardenal arzobispo de Bolonia con–

tra la mala voluntad de

~1 .

Oretineau-Joly-''Era este

venerable Príncipe de' la ,

Iglesia,~

á

quien

NI.

Oreti–

neau..:...Joly quiere entregar ele la manera 1nas odiosa

al menosprecio dei mundo, representándolo como un

hombre perverso, vergüenza ele la iglesia, y oprobio

del sacro colejio. La ocasion de inj uriar

á

Clemente

XIV era muy buena para dejada escapar, y le llama

el ejecuto?· de las iniquidades

de este cardenal. Cuando

Benedicto XIV, boloñes y arzobispo de Boloña, se

vió obligado por sus enfermedades

á

renunciar esa si–

lla, que habia querido conservar en ftdministracion,

á