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~5.3-

"Dos ac:on tecimientos dañaron n1ucho á los jesni–

tas, cuyos pasos eran v\jilaclos por los soberanos de la

casa de Borbon. Cuando las potencias de Rusia, Pru–

sia

y

A nstria tomaron posesion de la provincias usur–

padas de Polonia, la emperatriz Catalina ordenó que

en las iglesias ele dichas provincias se dieran gracias

·al Señor, por un acontecimiento que llamaba glorioso.

El clero católico rehusó someter"'e á esta órclen, por

pudor

y

por no ofender el sentimiento nacional; pero

los j esuitas dieron el ejemplo de sumision á las órde–

nes de la nueva soberana,

y

se apresuraron

á

la eje–

cucion, dándole gran pompa. Fueron tambien los pri–

meros en sal udar á Catalina como á lejítima soberana

de esas provincias;

y

no satisfechos ele estos actos de

sumisiou, pronunciaron en su Iglesia de Polok el dia

de Santa Catalina dos sermones, á que asistieron la

alta nobleza

y

el gobernador ruso, acompañado de su

estado mayor. El padre Katebring habló tan fervoro–

samente en favor de la emperatriz, que esta le nom..

bró primer predicador de las provincias conquistadas,

asignándole una pension anuaL Esta cortesanía de

los j esuitas causó mucha impr esion en la Corte de

, V ersailles;)r una profunda inclignacion en }lfadrid, fue–

ra del disgusto que recibi eron los polacos. Sensacion

mas profunda fué escitada, con motivo de la legacion

que envió el General ele los j esuitas al

Rey

de Prusia,

para que se declarase abiertamente el protector de su

orden;

á

lo 'que se le contestó, que "el Papa era due–

<<

ño do hacer en su juTiscliccion las reformas que juz–

gase convenientes, sin que se n1ezclasen los herejes.n

Corrieron cópias legalizadas ele la carta del Rey de 8

de Diciembre de

1772,

y

no hay necesidad de pintar

la impresion que su lectura debió hacer,

y

que presen–

taba, como docia Carlos III á los jesuitas, en rebelion

abierta contra los príncipes católicos

y

la Santa Sede,

é

intrigando con los príncipes h eterodojos: por donde

el nuncio de Madrid escribía á Roma- "toclo el mun–

do cree aquí, que la suerte de los j esuitas está próxi–

lna

á

decidirse.n

[307]

398. "La firme resolucion de estinguir la Sociedad