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tin; y en este sentido enti enden los padres aquella

pa·

labra de

J

esncristo- si

tu ojo es sencillo, todo iu cuerpo

estará iluminado.

Así pues llamarlo

maravilloso,

como

dice Pascal,

y

hacer de este método un secreto de los

j esuitas, es la cosa mas absurda y ridícula. Pero ¿qui–

zá los jesuita.s abusarán en la aplicacion? Yo no me

contraeré á refutar todas la,s calumuias de Pascal, sino

á indicar una parte, y mostrar en dos palabras, que

la aplicacion que los jesuitas han hecho ele este prin–

cipio, nada tiene de impío ni de estravagante."

"Haciendo abstraccion de las burlas de Pascal, ¿no

es permitido perseguir, herir, matar

á

1

un injusto

agresor? Lo es sin duda

á

veces, dentro de los lí–

mites de una defensa justa y moderada. Y dentro. de

estos límites ¿no puede tener el que se defiende una

buena

ó

mala intencion? ¿No puede hacerlo por ven–

ganza

ó

unicamente pGr defenderse? Pues para casos

como este tiene lugar la direccion de la intencion.

Ciertamente es permitido dar un bien espiritual por

un temporal: los sacerdotes reciben todos los ·dias pla–

ta por las misas. Si yo doy la plata como en pago de

la misa, soy simoníaco: pero si la doy por reconocí-

. miento, por limosna, ú otro 1notivo semejante, no lo

soy. En materia de contratos la intencion es siempre

esencial para hacerlos válidos

ó

lícitos. Pues cuando

se trata de defender su vida, sus bienes

ó

su honor,

la intencion es una de las cosas que col.ltribuye

á

ha–

cer esta defensa justa y legítima, ¿por qué no será per–

.mitido

á

los teólogos jesuitas, como

á

los otros, ense–

ñar que en estas n1aterias, para no ·pecar, es preciso

tener cuidado de obrar con una buena intencion? Los

jesuitas siguen á Santo Ton1as· cua:q_do dicen, que po–

demos alguna vez repeler las injurias, dirijiendo nues–

tra intencion al bien de aquel que nos las dice,

ó

á re–

primir su audacia,

ó

á

conservar nuestro honor y

nu_estra autoridad. ¿Qué hacen pues lo

s te

ólogos je–

suitas? Enseñar que la buena intencion e.ra de tal mo–

do necesaria en todas esas ocasiones, que sin ella se

cometían grandes pecados. Y ¿qué hace Pascal? In–

terpreta la cosa diferentemente, haciendo creer, que