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j'Uicio

á

la causa que procuró defendel';

y

respondien–

do despues de cerca de medio siglo á las cuestiones

morales que se trataban en las cartas provinciales,

n1ostraba que él mismo no estaba persuadido, 'ele que

hasta entónces se les hubiese dado plausible res–

puesta.''

Será oportuno recordar las palabras copiadas antes

del moderno escritor que así decia-"todos notaron

que Pascal, por pudor, h abia escusado á los jesuitas

lo mas fuerte, su servil tolerancia en suciedades, su

:bajeza en decentenderse de ellas,

y

las ternuras equí–

vocas de la galantería religiosa." De suerte, que á mas

de injustos, han sido ingratos los padres j esuitas con

el gran Pascal.

Acabará de conocerse la s1m1a parcialidad, con que

en su despecho escribía el P . Daniel, hasta censurar

en

la primera parte de la con\ersacion

G~

el lenguaje,

el estilo,

y

las reglas del diálogo;

y

ya de ele la con–

versacion

1~

se dejó decir, "yo no qni icra empeñar–

me en mostrar los defectos en cada

pá~ina,

ni hacer

de sus malas locuciones una lista tan larga, como la

que el autor de las conversaciones ele

1

risto

y

Enge–

nio hizo en tro tiempo de la

imitacion de

J.

C.

otro

pretendido j efe de obra, que se proponía por 1uoclelo

de la pureza en el lenguaj e." Nuestros lectore cono–

cerán el espítitu que animaba eotas palabra,; pongá–

mosle en contraste las siguientes de Yoltaire, copia- .

das en el artículo citado anteriormente de la Enciclo–

pedia del siglo

19~"el

primer libro de génio

quo

so

vió en prosa, fué la coleccion ele las

carlas pro-¡;úu;iale :

toda elocuencia se encuentra ahí,

y

no

hay

una soh

palabra que clespues de cien años se haya. resentido

del cambio, que altera frecuentemente las lenguas \i–

vas. Debe referirse

á

esta obra ]a época de la fijacion

del lenguaj e." A vista de tan 'irrecusable testimonio,

que no daba, sino que reconocía

y

pLlblicaba el méri–

to de las

cartas provinciales,

es muy estraño el juicio

del

P.

Daniel, literato conocido. Quizá ocurrió

en

es–

ta vez

á

las r eglas de sus hermanos-dirjjió la inten–

cion.