-
1~5 -
tenían alguna otra razon; pero la sentencia, la doctri–
na era de todos, por esta ó aquella razon, por estos
q
aquellos doctores que singularmente la sostenían. Se–
gun esto, no hemos tenido necesidad de multiplicar
el número de escritores sobre cada doctrina; pues fue–
ra de que no e pequeño
el
de lo::; que hemos citado,
y
de que abriendo los originales á que nos referimos,
abundan de unos á otros, bastaba citar á uno, para de–
cir con verdad, que todo aprobaban esa opinion.
Por lo qne hace á la sustancia ele las doctrinas, han
visto
ya
nuestros lectores, cuan relajadas son
y
anti–
cristianas
y
absurdas; protectoras del engaño, del frau–
de, del egoísmo, de la insubordinacion, de la r ebelion,
de la calumnia, del asesinato; enemigas de la sinceri–
dad
y
lealtad en el trato social; perturbadoras del ór–
den doméstico, dest1·uctoras de los sentimientos mas
dulces del corazon
y
de las relaciones mas santas;
hostilmente declaradas contra las naturales afeccio–
nes de los h1jos
á
los ¡padres
y
ele los oficios que
les deben,
y
hasta dificultando, escatin1anclo
y
casi_im–
posibilitando los actos de amor que los hombres' cle.–
ben
á
Dios. Doctrinas
multifor~es,
y
mañosamente
trabajadas para atraer todos los discípulos á su escue–
la, todas las ovejas
y
corderos
á
su rebaño, todo el
mundo
á
su reino: doctrinas cristianas
y
aun severas
para los timoratos, laxas
pa1~a
los libertinos; historias
sérias, como están en
~a
Biblia,
y
otras
entrete~1idas
y
ridículas, aunque fuesen tomadas de la misma Biblia,
desfigurándolas.
[269]
¡Qué horror de enseñanza, que
egoísmo de doctores, que vergüenza ele conducta, que
desgracia de pueblos!
.
Ya no es estraño lo que padres jesuitas hicieron
contra los obispos Pa]afox, Cárdenas, Guerrero, :far–
do, Almansa, y Boorques, y contra el fiscal y gober–
nador Antequera; porque ademas de su gran influjo
y poder y de sus riquezas inn1ensas, tenían á la mano
doctrinas para perseguir, para cálumniar, para matar
im·pune
y
lícitamente, para .declarar en juicio contra
la verdad, dirijiendo á otra parte la intencion. Tenían
doctrinas
y
sHtilezas para salir de apuros, aunque
en~
24