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tenían alguna otra razon; pero la sentencia, la doctri–

na era de todos, por esta ó aquella razon, por estos

q

aquellos doctores que singularmente la sostenían. Se–

gun esto, no hemos tenido necesidad de multiplicar

el número de escritores sobre cada doctrina; pues fue–

ra de que no e pequeño

el

de lo::; que hemos citado,

y

de que abriendo los originales á que nos referimos,

abundan de unos á otros, bastaba citar á uno, para de–

cir con verdad, que todo aprobaban esa opinion.

Por lo qne hace á la sustancia ele las doctrinas, han

visto

ya

nuestros lectores, cuan relajadas son

y

anti–

cristianas

y

absurdas; protectoras del engaño, del frau–

de, del egoísmo, de la insubordinacion, de la r ebelion,

de la calumnia, del asesinato; enemigas de la sinceri–

dad

y

lealtad en el trato social; perturbadoras del ór–

den doméstico, dest1·uctoras de los sentimientos mas

dulces del corazon

y

de las relaciones mas santas;

hostilmente declaradas contra las naturales afeccio–

nes de los h1jos

á

los ¡padres

y

ele los oficios que

les deben,

y

hasta dificultando, escatin1anclo

y

casi_im–

posibilitando los actos de amor que los hombres' cle.–

ben

á

Dios. Doctrinas

multifor~es,

y

mañosamente

trabajadas para atraer todos los discípulos á su escue–

la, todas las ovejas

y

corderos

á

su rebaño, todo el

mundo

á

su reino: doctrinas cristianas

y

aun severas

para los timoratos, laxas

pa1~a

los libertinos; historias

sérias, como están en

~a

Biblia,

y

otras

entrete~1idas

y

ridículas, aunque fuesen tomadas de la misma Biblia,

desfigurándolas.

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¡Qué horror de enseñanza, que

egoísmo de doctores, que vergüenza ele conducta, que

desgracia de pueblos!

.

Ya no es estraño lo que padres jesuitas hicieron

contra los obispos Pa]afox, Cárdenas, Guerrero, :far–

do, Almansa, y Boorques, y contra el fiscal y gober–

nador Antequera; porque ademas de su gran influjo

y poder y de sus riquezas inn1ensas, tenían á la mano

doctrinas para perseguir, para cálumniar, para matar

im·pune

y

lícitamente, para .declarar en juicio contra

la verdad, dirijiendo á otra parte la intencion. Tenían

doctrinas

y

sHtilezas para salir de apuros, aunque

en~

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