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se halla en alguna gtave tentacion: si, cuando no haya otro
medio para huir de la tentacion. Soto, cuando se recibe al–
gun benfjicio de Dios: bueno, para darle gracias. Otros,
á
la muerte: es tarde. Tampoco creo que sea eada vez que se
reciba un sacramento: la atricion es suficiente con la corife–
sion, si hay lugar. Suarez dice, qye hay esa obligacion al–
guna vez)· pero en qué tiempo? El te hace juez, porque él
·
mismo no lo sabe.
Y
lo que este doctor no ha sabido, no sé
que haya alguno que lo sepa.
Y finalmente concluye,
que no estamos obligados en todo rigor sino
á
guar–
dar los otros mandamientos, sin ningun afecto ni amor
de Dios, y sin que nuestro corazon esté puesto en él,
con tal de que no le tengamos odio ...... ¡Mira la bon–
dad de Dios!
no nos manda tanto que le amemos, como que
·
no le aborrezcamos.
De esta manera, nuestros padres
han librado
á
los hombres de la obligacion
penosa
de
amar
á
Dios actualmente. Y es de tanta importancia
esta docrrina, que nuestros padres Annato, Pintereau,
1~
Moine, y el mismo Antonio Sinnondo, la han soste–
nido valerosamente contra los que la quisieron impug–
nar......... Verás, cómo esta dispensa que libra de la
obligacion
fastidiosa
de amar á Dios, es un privilegio
de la ley evangélica sobre la judaica, ley de rigor, don–
de era menester un acto períecto de contricion para
ser justificado ......... O, padre mio, dije yo, ¿qué pa-·
ciencia habrá que· sufra tantos desvaríos?
N
o se pue–
den oir sin horror ...... Pero pasan aun á.mayores es–
tremas vuestros autores. Quebrantan el gran manda–
miento que comprende la ley y los profetas: acome–
ten la piedad en el corazon; le quitan el espíritu que
le da la vida. V uestros autores son, padre mio, los
que se atreven á decir, qne el amor de Dios no es ne·
oesario para la salvacion, y llegan á enseñar, que
la
,dispensa de g,maT
á
Dios es una ventaja que Jesuc1·isto tra–
jo al mundo.
Llegarbn, padre mio
1
al colmo de la im–
piedad, Despues que Dios amó tanto al mundo que
le dió su hijo unijénito,
~1
mundo redimido por él es–
tará esento ele amarle! ¡Jtstraña teología!
Cnmplio~e
el misterio de la iniquiddad.))