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1(j:3-

sino

á

hOTnbres do profe3ion yi:!_·tuosos

y

maestros <le

los

puehlo~J ,

á

quienes debían enseñar la doctrina

cristiana, les que enseñaban otra

muy

diversa. Para

todos tenian reglas especiales, para los superiores con–

tra los súbditos, para los súbditos contra los supe–

riOl·es; de suerte que, obrando todos

y

cada uno con

seguridad

de

conciencia en la práctica, en teniendo

,

probabilidad,

resultaría confusion, guerra, laberinto en

las familias y en la sociedad, si por fortuna no hubie–

se en ella y en la santa religion de

J.

C.

reglas cono–

cidas para conducirse.

Fijen

particularmente su cDn–

sideracion en la funesta y absurda doctrina de las an–

fibologías, tan contraria

á

la palabra de

J-.

C.-decid

sí, sí, no, no;

y en

la

razon en

que Ya

fundaban-"no

miente, el que no procede contra lo que

ti~me

en la

mente, y en

b

mente tiene la palabra que justifica la

anfibología." ¡Extraño y escandaloso modo de dis–

CUlfTir! Si el don de la pabbra nos fué concedido para

espresar nuestros conceptos

á

los demas hombres,

nuestros hermanos; debemos contestl":lxres, y mucho

n1as

á

la autoridad, en el sentido, en que se nos pre–

gunta; pues silo hacemos en otro sentido los engaña–

mos. ¿Quisieramos, aprobariamos, que ellos nos con–

testasen de la manera que

noso)~ros

les contestamos,

empleando la anfibología?

N

o ciertamente, porque

nos daríamos por burlados, á penetrar

su mente.

''Los hombres oyen lo· que suena, dice el P.

E

seo··

bar, Dios juzga por el interior."

¡Qué mala aplica–

cion, qüe impiedad de

s~ntencia

en el presente caso!

Porque Dios juzga por el interior, r eprueba el enga–

ño del hombre,

á

quien le ha concedido el

do~

de

la

palabra que

suena,

para que diga la verdad

á

sus her–

manos. J.,a palabra no fué dada para dirij irse

á

Dios.

Si hubiese motivos justos para ocultar la verdad,

guardemos silencio, no contestemos;

ó

digamos fran–

camente, que manifestaremos cuanto seamos dueños

de revelar, y tengamos obligacion. de hacerlo; pero.

sin

estas condiciones espresamente manifestadas, y

habiendo

derecho

á

preguntarnos, tenemos ,obliga-