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161-

in actu secundo

ó

del actual ofensor.''

[241

J

Pasemos

á otros puntos.

§.

10.

365. El P. Paulo Layman preguntaba, si, "el que era

provocado

á

un duelopodiaaceptarlo, para no incurrir

en la nota de cobarde

ó

miedolento, y responde, que

algunos lo afirman, pero que la contraria es comun,

y

que ordinariamente no era lícito aceptar un duelo

el que era pfovocado. Proseguía así-"he dicho

ordi–

nariamente,

porque si llega el caso rarísimo, de que un

militar en su . ejército

ó

un caballero en palacio, se

esponen á perder su oficio, su dignidad

y

el favor del

Príncipe

ó

del general, teniéndole por cobarde si no

hace frente al provocador, no 1ne atrevo á condenar

al que accediese por mera defensa."

[242]

Noten

de paso nuestros lectores, en este como en otros ca–

sos, que los padres j esuitas despues de haber :fijado la

cuestion en términos espresos, van cambiándolos

y

rebaj ándolos despues, de modo que la resolucion no

cuadra exactamente á la cuestion propuesta, la con–

ciencia les remordía.

El P. Sanchez movía la cuestion, de "si seria lícito

al inocente aceptar

y

ofrecer el duelo,"' cuando le cons–

ta, se le

~prime

en juicio con fraude, y ha de obtener

una condenacion injusta;" y despues de referir las

opiniones, prefiere la afirmativa: porque t eniendo en

tal caso el duelo el carácter de defensa

cum mode1·a–

mine inculpatce tutelce,

tal defensa es

lícit~,

y puede el

inocente aceptar y ofrecer el duelo; y aun

pue.de

sin

provocar

á

duelo,

matar ocultamente

al autor calumnio–

so; pues tal muerte es verdadera defensa. Dice bien

Navan·a, que el inocente está obligado

á

no aceptar

el duelo ni provocarlo; y si puede matar ocultamen–

t e, evitará rle este modo el peligro inminente ele per- '

der la vida en duelo, y el pecado del actor en ofrecer

ó

aceptar el duelo ."

(243)

Despues de las palabras que acabamos de copiar

á

la vieta de la obra del P. Sanchez,

y

deJas que ha–

cia mérito el señor Pascal, ponia este

á

continua-

.

,