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deben apoyarse en principios de justicia, y que serán

malas, cuando á ellos se opongan, aunque se llamen

leyes. La justicia, la 1noral, la virtud, no son palabras

vanas, palabras inventadas; y mucho mas criminal Bs

, el que llama bueno lo malo, que .quien lo comete á sa–

biendas, por iniseria, ó por n1alicia -que sea.

Pero hubo falsos doctores, que ocurrieron á sutile–

zas

é

interpretaciones, para comentar la ley de Dios,

y

sostituirla con sus fábulas . Los menos instruidos

de nuestros lectores saben que hubo, y no deja de ha–

ber, un famoso sistema llamado el

probabilismo,

que,

con el pretesto de piedad é induljencia, hacia iluso–

rios l<!)s preceptos n1as sagrados y naturales, sostenien–

do que podía seguirse en conciencia una opinion me–

nos probable por la libertad, en presencia de otra

mas probable

á

favor de la ley; como si

Bfi

otros tér–

minos dijeran, que de dos cosas, una mas digna

y

otra

menos digna, habría razon par a preferirs·e la segunda

á laprimera. Adviertannuestroslectores, que lacues–

tion no se versaba en asunt,os de puro gusto

y

capri–

cho, sino de verdad y fa1sedad, de bondad y malicia,

en puntos independientes del humano

~lbedrío,

y en

los cuales por nuestro propio juicio, á estar

á

la pala–

bra de los PFobabilistas; seria lícito abrazar una–

opinion que, en comparacion ele otra, nos esponia al

peligro de obrar 1nal, sirviéndonos de garantía razo–

nes n1cnos fuertes contra otras de mas peso, y menor

nún1ero de doctores contra uu núrnero mayor con sus

1nej ores razones.

334. No crean nuestros lectores, que el probabilis–

mo hubiese nacido en la compañia de San Ignacio: an–

tes existía; pero de tal suerte contribuyeron á fortalecer–

lo

y

ensalzarlo los padres de la compañia, que biennle–

recen ocupar un 1-qgar muy distinguido en la escuela

que enseñaba tan funesta doctrina. El docto y muy sen–

sato P. Fr. Daniel Concina, de la órden de predicadores,

es de parecer, que "]a época del nacimiento del

probabi–

lismo

eíltre los cristianos comenzó en el año de

1577~

en

que el P. Fr. Bart9lomé de Medina, ca-hermano su–

yo, publlcó su t omo sobre

18.

prim.a secunda;

de Santo