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quien fnere.

Si

apesar de todo conservan

algun

afecto para los expulsados, bueno será indicarles los

motivos que han causado su expulsion

y

aun exa·

gerar las causas por mas que no fuesen mu

y

verda.

derab, con tal que se les pueda deducir por conse–

cuencias probables.

6.

o

De todos modos será preciso que aquellos,

particularmente los que han abandonado la Sociedad

por su propia voluntad, no sean promovidos

á

nin·

gun empleo

ó

dignidad en la iglesia,

á

no ser que se

sometan ellos

y

cuanto les pertenece

á

la Sociedad,

y

que todo el mundo sepa que quieren depender de

ella,

7.

0

Procuren temprano, que estén alejados del

ejercicio de las funciones celebradas en la Iglesia,

como lo son los se rmones, las confesiones, la publi–

cacion de li0ros etc., etc., á no ser que se granjeen

el amor

y

los aplausos del pueblo. Para esto con–

vendrá inquirir diligentemente sobre su vida y sus

costumbres; sobre las sociedades que frecuentan, so·

bre sus ocupaciones etc., etc., penetrar en sus inten.

cienes; por lo cual se tratará de corresponder parti–

cularmente con alguno de la familia en cuya casa

viven los que habrán sido expulsados. En sorpren–

diendo alguna cosa reprensible en ellos

ó

digna de

censurar, se tratará de divulgarlo por gentes de me–

diana calidad, dando en seguida los pasos condu–

centes para que llegue á oídos de los grandes

y

de

los prelados que les favorecen, para que teman que

la infamia recaiga sobre ellos mismos.

Si nada hi–

ciesenquemereciesereprensionyse condujesen bien,

rebájense, por proposiciones sutiles y frases capcio–

sas, sus virtudes

y

acciones meritorias, haciendo

que el concepto que de ellos se hacía

y

la fé que en

ellos se teriía se vaya desvaneciendo poco á poco;

pues es de gran interés para la Sociedad que aque–

P9s

á

~uie:qes

!ecQ.aza,

y

aun mas principalmente