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legjos
de aquellos que se habrán expulsado,
y
se
exagerará los motivos generales de su expulsion:
como lo son la poca mortificacion de su espíritu, ln
desobediencia, su poco amor para los ejercicios es·
pirituales, su amor propio etc., etc. Despues se
amonestará
a
los demas para que no tengan corres·
pondencia con ellos; y si se habla de ellos con extra..
ños, que el lenguaje de todos sea uniforme y que se
diga en todas partes que la Sociedad jamas expulsa
a nadie sin causas muy graves; y que como el mar
rechaza los cadáveres etc., etc.
Se insinuará con
cautela razones semejantes
á
los que nos hacen abo–
rrecer de ]as gentes, para que su expulsion parezca
mas plausible.
En las exhortaciones domésticas sera menester
persuadir que los que han sido botados son perso–
nas inquietas, que piden
á
cada momento
á
entrar
de nuevo en la Sociedad; y será bueno exagerar las
desdichas de aquellos que han perecido miserable–
mente despues de separados de la Sociedad.
4.
0
Será tambien oportuno adelantarse
á
las acn·
srciones que aquellos que han salido de la Sociedad
pudiesen formular, por medio de personas graves
que repitan en todas partes que la Sociedad jamas
expulsa
á
nadie sino por gravísimas causas, ni que
jamas aparta á sus miembros sanos; lo que se puede
confirmar por el celo que tiene
y
muestra en gene–
ral para la salvacion de las almas de aquellos que
no pertenecen
á
ella, cuanto mayor no le será para
la salvacion de los suyos propios.
5.
o
Despues, la Sociedad debe prevenir y atraer
por toda clase de beneficios los magnates
6
prelados
con los cuales los que han sido expulsados princi–
pian
á
gozar de alguna autoridad y crédito.
Será
necesario mostrarles que el bien comun de una ór–
den tan célebre como útil en la iglesia, debe ser de
mas consideracion que el bien de un particular) sea