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14. En los pueblos donde residen nuestros pad.res

se valdrán de médicos fieles á la Sociedad, para que

la recornifmden especial men te á los enfermos

y

la

pinten bajo un aspecto muy superior del de las otras

órdenes religiosas,

y

logren que seamos llamados

para asistir a los poderosos, en particular

a

la hora

de la muerte.

15.

Que los confesores visiten con asiduidad

á

los

enfermos, particularmente aquellos que están de pe–

ligro;

y

para eliminar honestamente á los otros re–

ligiosos

ó

eclesiasticos, que procuren los superiores

que cuando el confesor se vea obligado

á

alejarse.

del d9liente, otro le reemplaze y mantenga el enfer–

mo en sus buenos propósitos. Mientras tanto se le

inculcará con prudencia el temor del infierno etc.,

etc.,

ó

cuando menos del purgatorio, demostrándole

que como el agua apaga el fuego, así mismo la

li·

mosna borra el pecado;

y

que no se puede emplear.

mejor las limosnas que en la mantencion

y

el subsi·

dio de las personas que por su vocacion han hecho

profesion de cuidar de la sal vacion del prójimo; que

de esta manera el enfermo se hara partícipe de

s~s

méritos, y hallara satisfaccion por sus propios peca•

dos: puesto que la caridad cubre multitud de peca–

dos

y

que tambien se puede describir la caridad

co~

mo la vestimenta nupcial, sin la cual ninguno pue–

de ser admitido á la mesa celestial. En fin, será

menester alegar las citas de las escrituras y de los

santos padres, que segun la capacidad del enfermo,

se juzgaran las mas eficaces para conmoverle.

16.

Enseñaran

á

las mugeres que se quejaren de

los vicios de sus maridos

y

de las molestias que, es-.·

tos las ocasionan, que pueden robarles en secreto aF

gunas sumas de dinero para ofrecerlas a Díos en

expiacion de los pecados de sus maridos

y

para ob·

tener su perdon .