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APITULO IX.
OBRE EL A MEXTO DE RE :rTAS E
LOS COLEGIOS.
l.
o
Se hará todo lo posible porque no se ligue con
el último voto el que esté avocado
á
una herencia,
mientras esta no se verifique:
á
no ser que tenga en
la compañia un hermano mas joven,
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por alguna
otra razon de mucha entidad. Ante todo, lo que
debe procurarse son los aumentos de la Sociedad,
con arreglo
á
los fines en que con vienen sus supe–
riores; que deben estar acordes, para que la Iglesia
vuelva
á
su primitivo esplendor
para la mayor gloria
de Dios,
de suerte que el clero todo se halle anima–
do de un espíritu únic·o.
a
este fin deberá publi–
carse por todos los medios, que se compone en par–
te la Sociedad de profesos tan pobres, que carecerían
de lo mas indispensable á no ser por la beneficencia
de los fieles¡
y
que por otra parte es de padres taro–
bien pobres, aunque viven del producto de algunas
fincas, por no ser gravosos al público en 1nedio de
sus estudios
y
de las funciones de su ministerio, co–
mo lo son las otras órdenes mendicantes. Los direc–
tores espirituales de principeq, grandes, viudas aco·
modadas
y
de quienes podamos esperar bastante, los
dispondrán en términos de que den
á
la eompañia,
en cambio de las cosas espirituales
y
eternas que
les proporciona, las terrenas
y
tempora.les
que
ellos
poseen: por lo mismo, llevarán siempre la idea de
no desperdiciar ocasion de recibir siempre, cuanto
y
que se les ofrezca.
Si
prometiéndoles, se retar·
dal'e el cumplimiento de la
pr01ne~a,
la recordarán
con precaucion, disimulando cuanto ser pueda la
codicia de riquezas. Cuando algun confesor de per..
~onajes
ú
otras gentes, no fuese apto,
ó
careciese de
la
sutileza
que
en estos
asuntos
~s
indispensabl
1
se