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le retirará con oportunidad, aunque se les pondrá

anticipadamente otros;

y

si para precisar entera–

mente

á

los penitentes se hiciere necesarjo, se saca–

rá á los destituidos

á

colegios distantes, figurando

que la Sociedad los nece ita allí; porque hemos sa–

bido que habiendo fallecido de improviso unas viu–

das jóvenes, no ha tenirto la compañia el legado de

muebles rnuy preciosos, por haber habido descuido

en aceptarlos á su debido tiempo.

Para recibir de

estas cosas, no ha de atender al tiempo, sino

á

la

buena voluntad del penitente.

2.

0

Para atraerse los prelados. canónigos, deanes

y

demas eclesiásticos ricos, es preciso emplear cier–

tas artes:

y

se logrará procurando que practiquen

en nuestras casas ejercicios espirituales, y valiéndo–

se gradualmente del afecto que profesen á tales eo–

sas divinas, se les irá aficionando á la Sociedad, que

pronto tendrá prendas de su adhesion.

3.

0

No olvidarán los confesores el preguntar con

la debida cautela y en ocasiones adecuadas,

á

sus

confesados, cuáles son sus nombres, familias, parien·

tes, amigos

y

bienes; informándose en seguida de

sus sucesores, estado, intencion en que se hallan y

resolucion que hubieren tomado; la que si aun no

estuviere determinada, procurarán hacerla formar

de un modo provechoso

á

la compañia. Cuando se

funde desde luego esperanzas de utilidad, por no ser

conveniente preguntarlo todo á la vez, se les acon–

sejará que se confiesen cada semana para desembao

razarse cuanto a.ntes la conciencia

ó

á título de pe

4

nitencia.

Se hará informar el confesor con repetÍ·

cion de lo que en una vez no le diete suficjentes lu–

cesJ·

y

si las consiguiese por este medio, convendrá,

siendo una mujer, hacerla confesar con frecuencia

y

visitar nuestra iglesia;

y

siendo hombre, invitarle

a

que venga

á

nuestras casas

y

hacerle familiarizar•

se con

lo~ nuestro~ .