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Bien : contesta el
Dr.
De Sanctis; pero vosotros no os hace,is
cargo, que
est~
es un achaque de la condicion humana., que debe
ir perfeccionándose
é
ilustrándose con el tiempo y con el estudio.
Este medio progresivo pues es el que me ha ido instruyendo de la
antigüedad
de semejante
abu~o~
convenciéndome siempre mas., de que
«
los sacerdotes de la
Igl.~sia
de Roma se posesionaron del dívino
»
Codigo., que Cristo dejó al pueblo,
y
lo recompusieron y detur–
»
paron hasta dejarlo parecído al traje de un arlequín. Por ma–
»
nera que
conf~sion,
misas, indulgencías. purgatorio, celibato,
»
primado
é
infalibilidad de los Papas, son otras tantas añadiduras
>>
que se le hicieron.,
y
tanto se ballan en el
Ev~mgelio
cuanto se
»
halle la tolerancia religiosa en el Alqoran. La corrupcion del
>>
Evangelio
ES OBRA DE LIEZ Y OCHO SIGLOS;
obra de
UD
partido
>>
·grande
y
compacto (
1).
»
Aquí., Señores, el Dr. De Sanctis ha llegado al punto cardinal de
la cuestion : creeriamos que deliraba al escribir estas lineas, sj no
entendieramos el lenguaje de ]a herejía, en cuyo diccionario los
nombres
reforma~
corrupcion,
bien sabemos de cuales acepciones
son susceptibles. En buen sentido nuestro Doctor con cuatro pala–
bras ha hecho la apologia del Catolicismo, ha sancionado la divi–
nidad de la doctrina ca tolica sobre la confesion., el
s~crificio
de la
Mísa, las
in~ulgencias,
el purgatorio, el celibato, y el primado
é
infalibilidad del Papa, puntos que han sido la manzana de discor–
dia de nuestros hermanos disidentes con la Iglesia catolica. ¿Desde
cuando data la añadidura de esos puntos al Evangelio, hecha por
los sacerdotes romanos? Cuando De Sanctis escribía esto, que fué
el año !849., databa
de diez
y
ocho siglos
¿Y cuáles eran entónces
los Sacerdotes de la Iglesia romana? En Roma se hallaba el Apos–
tol S. Pedro predícando este Evangelio,. que babia recibido de Je–
sucrísto;
y
S. Marcos recogio esta predicacion y de ella escribía su
(i)
Ensayo,
p.
U .