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-63-

del Espíritu Santo

(

t).

Era casi

indispensable~

que.en

esta lucha

intestina, que el cristiano

sostie.ne

contra sus for1nidables

enemi~

gos~

el mundo con sus maximas corrurtoras

y

hechiceras vanida–

des, el demonio con sus sugestiones infernales,

y

las pasiones con

sus fuertes

y

desordenados acometimientos, recibiese alguna herida

mortal. Para este caso era LA PENITENCIA el bálsamo saludable que

Jesucristo nos babia dejado con

el fin de sanar á lo.s contritos de

corazon

(2), mediante la curacion que

emple~ran

los medicos espi–

rit~ales,

los

Sacerdotes~

escogidos por el Salvador,

a

los cuales les

habia dicho :

Perdonados quedarán los pecados

á

aquellos~

á los

cuales vosotros se los perdonáreis;

y

retenidos á aquellos_,

á

los

cuales vosotros se los

~retuviéreis

·

(3). Medicina saludable

á

la par

que necesaria para la salvacion, porque escrito estaba :

Si no

tu–

vierais

LA PE:'\ITENCIA,

todos pereceríais sin

remedio(~).

Ya sano eL cristiano por la gracia sacran1ental debia

esperimen~

tar las consecuencias de una enfermedad mas

ó

menos grave

y

pro–

longada. La debilidad

y

postracion de fuerzas en ese hombre espi-

1

ritual., que tendía á la perfeccion

y

la santidad cristiana, exígian

imperiosamente un alimento sustancioso

y

cotidiano, capaz de pro–

ducir un co1nplemento de salud, un desarrollo., que le hicwran di–

gno de su noble destino : era llamado á subir

al monte santo del

Sefíor.

Pues bien: para todo esto estaba instituida la Eucaristía.,

ó

el sacramento de LA coMUNION.

A los Apostoles

suce~ores

en el sa–

cerdocio, les babia dicho el Redentor con su palabra omnipo–

tente :

«

Recibid

y

comed: este es mi cuerpo ; tomad

y

bebed:

»

es mí sangre. Hareis esto mismo en memoria de mí. Pues

»

cuantas veces comiereis este Pan

y

bebiereis de este Calix,

J>

anunciareis la muerte del Señor. -

El que come mi carne

y

1'

bebe mi sangre, en mí permanece, .

y

yo

en él; ...

y

yo

J>

le resucitaré en el último dia.

~

Quien me come, tambien el

(i¡

Act., c. vm, v. :1.9, etc.- (2) Luc., c.

IV,

v. f8.-

(3)

Joan., c. xx, v.

23.–

(4:)

Luc., c. xm, v. 3.