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»

dote fue rechazado, y

abol~da

la confesion; y he aquí comCJ

»

acon~eció

esto., segun las mismas palabras de Sócr.ates. - En el

»

~is¡no

tiempo (año

383)

plugo abolir de las

iglesia~

los sacer–

»

dotes

que presidian la penitencia : y esto por la razon siguiente.

»

Despues que los Novacianos se habian separado de l.a

Iglesia~·

»

por no querer comunicar con aquellos, que en la persecucion

'>

de Décio habían apostatado;

desde aquel tiempo

los Obispos agre–

»

garon al albo eclesiastico un sacerdote penitenciario,

á

fin de

»

que

aquellos que hctbian pecado des11ues del bautismo,

CONFESASEN

»

sus

PECADOS A

1.

sAcER

úOT~

al efecto establecido: esta institucion

»

todavía se conserva entre las otras sectas... Por fin., en los tiem–

»

pos de Nectario, obispo., por cauea de cierto delito cometido en

>>

la iglesia fué abrogada la institucion del sacerdote penitencia–

n

rio

(l).

1)

Esto es ya cosa séria : nuestro Doctor empieza

á

instruirse en

la historia : tenemos aquí un nuevo protestante que con la aut-orí–

dad de los mas célebres historiadores eclesiasticos., Sócrates, Sozo–

meno y Niceforo Calisto (podia el Serror De Sanctis añadir tambien

á

S. Epifanio y

á

Casi-odoro).,

~dmite

la confesion auricular ele los

pecados al sacerdote JJara obtener perdon ele ellos

como introducida

por los a?íos de

383.,

porque, segun esos historiadores, el Obispo

Nectario abolió la institucion

del Sacerdote penitenciario,

que ba–

bia sido agregado, desde la persecucion de Decio, al catálogo de los

otros sacerdotes confesores, con el principal objeto de recíbir las

confesiones de Jos que habian apostatado en la persecucion ó en el

cisma,

á

fin de sujetarlos

á

la penitencia pública, debida á tal de–

lito escandaloso. Aquí tenemos á un nuevo protestante ya instruido,

que condena la ligereza de los fundadores y princip3les·teologos de

la gran

Reforma.,

y la suya propia. No fué ya instituida la confe–

sion auricular por el

astuto

y

audaz

Inocencio 111 en el Concilio

IV

(i)

Ensayo,

p.

37 .