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, monasteriós, querían seguir dominando sobre el clero despóti–
»
camente, y empezaron á introducir en él la regla de S. ·Bene–
»
dícto,
y
por tanto tambien
la confesion,
pero
sin
imponer~a
»
como obligacion
:
gustó á los sacerdotes 'la invencion, y queriendo
»
á su vez dominar sobre el pueblo, empezaron á exaltar la utili–
, dad de esta practica, y así se difundió; pero
no fué .declarada
,
obligatoria
hasta el siglo XIII, es decir, hasta el célebre .Concilio
»
Lateranense IV, bajo Inocencio 111 (1).
»
Al consignar en esta pagina ese relato sobre el orígen de la con–
fesion auricular, asomábase la careajada á nuestros labios: nos
parecía hallarnos en la tertulia oyendo
un cuentecito de una
v,ieja.
¡
Que habrán dicho los grandes 'Sábios de Europa y de Ame–
rica al saber que de ese
folleto_,
en que rebosa la ignorancia, se
cruzan las contradicciones y pululan los absurdos, se hayan hecho
seis impresiones en Italia y una en el Perú
t
No perdamos tiempo
en necedades: dejemos que el mismo De Sanctis se juzque y pro–
nuncie en contra sí propio la sentencia.
«
El hombre que se con–
»
tradice (este es su fallo), está convencido de su sin razon;
y
si
»
se contradice.públicamente, el público júi:ga de ella, y por lo
»
tanto es de todo punto innecesaria una respuesta (2).
»
Muy bien, Señor Doctor: pero tenga Vd. paciencia de escucharse
á sí mismo por unos momentos mas. En la pagina 37 de su
Ensayo
leemos lo
siguiente: «Un solo hecho tenemos
en la antigua
»
lg lesia
que prueba
el úso de la confesion al sacerdote :.
..
He aquí
»
el hecho, tal como lo refieren los mas célebres historiadores
»
eclesiasticos, Sócrates, Sozomeno
y
Nicéforo Calisto. Eusebio
, nunca habla de confesion, -porque en su tiempo aun no se habia
»
empezado á introducir el uso de. que hubiese en la Iglesia un
»
sacerdote., destinado á escuchar
las confesiones de los fieles.
»
Poco despues de la íntroduccion de semejante abuso, el sacer-
(i)
Ensayo,
p.
57
y
58. -
(2)
Ensayo,
p.
9 de la traduccion de la sesta edicion
italiana.
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