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asegura, que cuanto hay escrito en él y en todos los demas libros

del Nuevo Testamento, no es mas que

una parte del

E~angelio,

pues

que de lo que restaba para escribir, pudieran llenarse muchos. y

grandes libros (2). En esta segunda parte del Evangelio, recibido

por la palabra, que San Pablo encargaba al Obispo Timoteo

lo guar–

dase como un deposito ]Jrecioso mediante la asistencia clel Espiritu

Santo, que habita en ellos,

los Prelados de la Iglesia (3), y le pres–

cribia, que

lo encomendase

á

hombres fieles, que serán idóneos

(mi–

nistros)

para enseiiarlo tambien

á

otros

(

4) ; en esta segunda parte

del Evangelio, digo, que llamamos

tradicion divina,

hallaríamos el

dogma de la confesion, cuando no

~e

hubiese hallado expreso en la

primera parte contenida en los libros sagrados.

Nos asombra la degradante imprevision de nuestros hermanos

extraviados al levantar la calumnia á los sacerdotes catolicos, de

que muy luego

se posecionaron, recompusieron,

y

deturparon

estos

santos libros del Evangelio. Los Evangelios, la Biblia entera, que

posee y de que hace alarde el protestantismo, engalanándola con el

timbre de

PURO EVANGELIO,

¿

cuál es en sí

y

en su orígen?

¿

de

quién la ha recibido? Es la misma Biblia, los mismos Evangelios,

el mismo Nuevo Testamento, que tiene la Iglesia catolica : de ·ella

lo aprendieron, de ella lo recibieron todo sus primeros fundadores.

Oigase esta vez la sinceridad del mismo Lutero:

<<

Reconocemos,

»

que el papismo posee la

verdadera Escritura Santa ...

Es

neces~»

rio que le concedamos lo que le corresponde: en el papismo hay

>>

palabra de Dios, la mision apostolica, el verdadero sacramento

))

del Altar,

LAS VERDADERAS LLAVES PARA

LA REMISlON

DE

LOS

»

rECADos, el verdadero catecismo... ;

y

en cuanto

á

la

Escritura

»

Santa

y

á

la enseñanza, debemos cünfesar que

las aprendimos

de

»

ella (la Iglesia Romana), de modo que

SIN ELLA ¿QUÉ sERiA–

>

MOS (

1)?

b

De~ afíamos

á

los protestantes, que nos presenten otro

-

(i)

Joan ., c.

xx,

v. 30, et c.

xx1,

v. 2o. - (2) 2. Ad Tim., c.

1,

vv. !3 et t 4.

- (3)Ibid., c. n, v. 2. -

(li)

Obras de Lutero, impres:-Wittembcrg,

t.

IV, p.

222~

etc.