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ídeas, no vulneramos al hermano. Lo amamos
tn
J.
C. como el
que mas;
y
en su última enfermedad, sabe Dios cuantas oraciones
le hemos procurado, cuantos sacrificios del Cordero inmaculado.
hemos ofrecido alDios ele las misericordias, por su verdadera felici–
dad temporal
y
eterna. Si la luz no ha tenido eficacia alguna en la
noche, debemos esperar que amanezca el dia. Solo en él, si Dios
lo concede, se puede obrar la salud .
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