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Pero., ¿quiénes son esos doctores tan celosos ,jel bienestar de la
familia? Son los que han proclan1ado los principios antievangeli–
cos
y
antisociales de los luteranos
y
valdenses; son los que ·defien–
den
y
aconsejan la doctrina desoladora del divorcio matrimonial;
los que á traves de
las amargas censuras
de los Padres de la Iglesia.,
proponen
á
la tierna
.fuventud~
especialmente del bello sexo, por
escuela de moralidad y educacion el teatro de nuestro siglo;
los
que condenan como perjuicio para las doncellas cristianas.la lectura
de una de las obras de San Alfonso de Liguori.,
la verdadera esposa,
de
J.
C.~
ó
la monja santa,
porque en ella se ensalza la preciosidad
de la virginidad, se dan los medios ·para conservarla,
y
se enseña
y
aconseja la práctica de la humildad, la· caridad fraterna, la obe–
diencia á los superiores, la confesion, la comunion
y
el amor á Je–
sucristo : son los que ponen en las manos de las mujeres ·catolicas
el libro.
-La educacion de las madres de familia por Aimé
Martín~
en que se trata al Apostol San Pablo de
impío, porque aconseja la
mortificacion de la carne
en sus malas inclinaciones,
y
se niegan los
dogmas del infierno
y
purgatorio
y
aun el atributo de la justicia en
Dios,
y
se enseñan otras doctrinas
desa~trosas;
son los que haciendo
la apoteosis de la mujer, le dan el dictado asombroso de
Divinidad
olvidada, cuyo poder es irresistible;
son los que ... Tales son los
doctores. que condenan la práctica de la ' confesion sacramental
como nociva á la sociedad domestica.
No lo dicen así los padres de familia verdaderamente catolicos
é
ilustrados, que traen á sus hijos
á
confesarse
y
nos dan las gracias,
porque desde que -frecuentan este santo Sacramento les profesan
mas respeto, mas amor
y
obediencia. No lo dicen así las madres
cristianas
y
honradas en número indefinido, cuyo afan es que sus
hijas no dejen la confesion, porque desde que la frecuentan, las ven
sumisas, modestas, respetuosas
y
amorosas para con ellas
y
sus
padres. No lo dicen así tantos maridos aun de la alta sociedad que
nos ruegan, nos dignemos confesar
á
sus esposas con preferencia en