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siglo, y la edad m¿f¿]_ura es alentada y perfeccionada en la práctica
de la virtud. En ese sagrado tribunal en fin donde no tiene aceso
ni la venalidad ni el respeto humano,
y
en que hay lecciones de
sabidu~ia
yjusticia para todas las edades y condiqiones, y remedios
para todos los males
y
dolencias., la familia cristiana es admirable–
mente santificada.
Todo el mundo conoce estas ventájas domesticas de la confesion
sacramental : solo afectan desconocerlas nuestros hermanos extra–
viados. Mirando
á
esta institucion divina altamente filantropica y
social con el funesto prisma de secta, no ven en ella, sino
la inven–
cion de
la
tirania,
y
en su ministro
un déspota, que
á
todo trance
quiere apoderarse de la autoridad paterna, dominar en las fmnilias
é
introducir la discordia en su seno, hasta llegar á quitar del cara..
zon de la esposa y los hijos el amor hácia su esposo y á sus padres.
Esto dicen en resumen dos pobres proscritos, antes .hijos queridos
de la mas tierna de las Madres, y hoy de presbíteros catolicos con–
vertidos en apostatas
rebeld~s,
en enemigos declarados de su amo-
1
rosa madre y·amantes hermanos, que se levantan co.ntra la mas
benéfica, humanitaria
y
moralizadora de las instituciones, que su
divino Esposo depositára en su seno,
y
contra sus hermanos que,
como ellos sin merecerlo, fueron elevados por ese Salvador del
mundo, al rango de
embajadores suyos, que evangelizan la paz,
evangelizan los bienes, y son constituidos dispensadores de los mi,s...
terios de Dios;
Y.
siempre con esas armas de mala ley, que no per–
donan ni al justo ni al santo, si no queremos decir que estos sean
el único blanco de sus tiros, porque ni piensan, ni obran como ellos;
y
siempre con ese anteojo pesimista que ve las cosas al revés, que
h.ace realidades de las mas infundadas sospechas, que convierte la
luz en tinieblas
y
de laspajas hace vigas
y
de las pulgas gigantes;
y siempre con esa lógica volteriana que sin premisas deduce conse–
cuencias,
y
de una particular saca ilasiones universales,
y ,
llama
vicios de las cosas sagradas
á
los abusos personales. ¡Infelices! ...