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los grandes concurtns, porque la experiencia les ha enseñado que
la confesion trae la paz en los matrimonios y los extrecha con el
vínculo del amor. No lo dicen así tantas esposas, que lloran á los
pies de sus 1naridos rogándoles que vengan á confesarse, porque la
confesion es el único medio que calma su ·celos, pone en armonía
las voluntades y trae la tranquilidad y la felicidad en las familias.
Muy
diferen.teá esta acusacion era la declaracion del pro–
testante lord Fitz-William, quien bajo este respecto se
expre~
saba en estos términos :
«
¡Qué seguridad, qué pruebas no se exi-
>>
gen, en la confesion, de cada individuo
de la familia
para el
»
cumplimiento de sus deberes
domesticas
y socialesr para el ejer–
»
cicio de todas las virtudes, para la integridad, la benevolencia,
»
el amor, la misericordia! ¿Acaso se hallarán semejantes en otra
>>
parte? Aqui la conciencia se arregla solamente delante del tri-
>
bunal de Dios, y no por el mundo. Aqui 'el mismo culpable es
»
su propio acusador,
y
no su juez; y míentras que el cristíano
»
de cualquier otra comunion se examina ligeramente, pronunCia
»
en su propia causa y se absuelve con indulgencia; el cristiano
»
catolico es examinado por otro con la mayor escrupulosidad,
»
espera la sentencia del cielo, y suspira por esta absolucion con–
»
solante que se le concede, se le rehusa,
ó
difiere en nombre del
>
Altísimo. ¡Qué medio tan admirable para establecer entre los
»
hombres una mutua confianza y una perfecta armonía en el ejer-
»
cicio de sus funciones (
1)
t
»
Tampoco opinaba como nuestro
doctor el poeta tan célebre por su escepticismo desfalleciente, lord
Byron, el cual aunque rodeado de impios, decía :
«
Mi deseo
»
es que mi hija sea catolíca romana. Esta es la religion que
»
tengo por la
mejor~
siendo, como es sin contradicion, la mas ·
»
antigua de las diversas ramas del cristianismo. -No soy ene-
»
migo de la Religion : muy al contrario, y la prueba está en que
(1)
CaTlas
a
Atico,
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ingles,
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