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giosas; oi no se cuida ele que ese vivo movimiento fabril, inclns-·

tria.l

y

mercantil, que se dispierta P?r todas

part~s,

este regula–

do por uno mano cuerda, que le evite los extrav1os

á

que por su

niionrn rntturnleza se halla tan expuesto.

Ucrnrdu .-Es

cierto que en ninguna parte

S<l

han culti–

Yado mejor las artes

y

las ciencias que, entre las naciones

cristianas; clése una ojeada sobre los túrcos, pérsas, tárta–

ros y se Yerá <1ue, entre ellos no florecen como entre noso–

tros, empern los pueblos protestantes pro..,;resan sin c":_uclct mas

que los

católico~.

Eliseo.-"No

podeis sacar la consecuencia, llrngo en el pro–

testantismo se encuentra el s'ecreto de la ventura pública,

porque atribuiríais un efecto á una causa inacfocuada. Pu–

es siendo el protestantismo un -error, jamás aprovechará;

i;ionclo un Yenono siempre será . inadecuado para alimen–

b.r

el espíritu ele los pueblos. Aquellos pueblos prosperan

no por la secta protestante, sino á pesar del protesta.n tis–

mo, para conYenceros de esta verdad debeis te

:ri.er

en cuen–

ta la influencia ele los lugares, del tiempo, de la índole de

los pueblos de las lecciones que han recibido, de los sacu–

dimientos que han experimentado,

y

de otras muchas causas.

verdades geometricas

y

químicas han de .acabar con las Yer–

clades morales

y

religiosas.

Gerardo.- ¿Por

que algunos gobiernos maniatan el poder

ele la Iglesia, sino por.que están convencidos que ella labra la

clesgracia de los pueblos?.

Eliseo.-La

opresion

y

la muerte dBl clero

y

del pontifi–

caclo está enlazada con la del comercio, de la propiedad y de

la sana moral. Os diré con el gran génio de Ipona; "No se

cncontrar{m mejores riquezas, honores, tesoros, nada, en

fm,

que sea, mayor en este mundo, que la fé católica."

(S.

Agi¿st.

Senn . 4. ele las pal,abras de los Apóstoles.)

Gillenno.-Francamente, ami;;o Gerardo, tú te has deslum–

bntdo con la grandeza exterior ele los pueblos protestan–

tes; como el que admira la pálida téz de un tísico, sin consi–

derar la calentura lenta que devora sus entraña'f.

I

o has vis–

to como en Lónclres pululan todos los males; no has visto allí

á.

mn.s ele doscientas mil mujeres públicas que infestan las ca–

lles de aquella orgullosa ciudad; no has visto al socialismo

continuando en secreto la obra infernal y socabando aquella socie–

dad que está contando sus riquezas sobre el cráter de un vol–

ean; no has Yisto allí á millares ele in<li,-icluos creciendo, vi–

viendo y muriendo sin tener la menor idea ele Dios, ni de la

recle~cion,

ni entrar jamás en la Iglesia. L a administracion