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pasiones revolucionadas, y casi siempre somos
víctinrn~
del er·
ror, de la mentira y del vicio? Entendedlo, amigo, el catoli–
cismo, siendo una verdad,
ilustra; y y el racionalismo, siendo
una mentira, un engaño y una decepcion, oscurece y lleva con–
sigo las densas tinieblas portadoras de todo linaje de iniqui–
dades,
Gitillerino.-El
hombre jamás será feliz, sino sometiéndose
á. los preceptos religiosos grabados por Dios en su mente, y vi–
viendo en perfecta armonía con su conciencia. En esta no hay
paz, sino hay buenas obras, y las obras no son buenas sinn es–
tán acomodadas á los principios puros de la moral, y no hay
moral sino está acorde con las creencias inefables de la reli–
gion. La religion inspira
la moralidad, la moralidad ilustra
la conciencia, y la accion de la conciencia ilustrada salva al
hombre y á la sociedad. La sociedad no puede vivir sin la cari–
dar'I., la caridad es imposible sin unirnos á Dios, y no podemos u–
nirnos á Dios sino por medio de la religion, la cual no es mas
que un vínculo que nos sujeta al primer ser del universo. El
hombre sin religion, es un hombre sin conciencia, un hombre
sin conciencia se conduce por el funesto impulso de la avaricia,
de la ambician y de la sensualidad, fuentes corrompidas de
donde fluyen todos los males que aflijen á la humanidad.
Gerardo.-Reconozco
que toda doctrina que niega la reli·
gion, rompe los sagrados vínculos que unen al hombre con Dios,
y al propio tiempo destruye los preciosos lazos que unen á los
hombres entre sí: pues el bienestar de un pueblo debe fundarse
en un principio, que partiendo del centro de la verdad, que es
Dios, nos conduzca á él como á nuestro último fin. Confieso que
el Catolicismo es el primer elemento organizador de la.a sacie·
dades, y que donde influye sin trabas, allí está el órden, allí la
paz, allí la libertad, allí el saber, allí la riqueza bien entendid:a,
allí la verdadera civilizacion.
Eliseo.-Si,
amigo, el catolicismo civiliza al hombre, ilus–
tra al sabio, inspira al artista, vigoriza al guerrero, es la base
del órden, el apoyo de la justicia, el vínculo de la sociedad y el
mejor dique contralas pasiones: la mayor ó menor cultura de
los pueblos está en proporcion con el aprecio que ellos hacen
de la enseñanza católica. Fijad vuestra vista sobre las costas
de Africa, ahora pobladas de hombres bárbaros y degradados,
y en otro tiempo el cristianismo producía allí mismo sabios tan
eminentes como Tertuliano, San Cipriano y San Agustín; con el
cristianismo se ostentaba en aquellas rejiones la ciencia, las ar–
tes y todo bl esplendor de la mas rozagante civilizacion.
Fijad
por un momento vuestra consideracion -en la Basílica mas
a.l~a