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del mundo
lernnt.ach
por el primer emperador cristiano, dedica–
do
<Í
la (•terna
ahidnria, llamada por esto Sai1ta Sofia, .conver–
tida hoy clia en abominable mezquit.a, albergue del mas ru<lo
famítismo .
¡Constn.utinopla! ya el genio de los Atanasios
y
Cri–
sóstomos no cierne sobre tí: con el cristianismo llegaste al apo–
jóo ae la ri\ilizacion,
y
por meoio de tus concilios diste leyes
d0
saber, de ,·irtuc1
y
ele justicia
á
todo el mundo, mas ahora ln.
ignorancia ha reemplazado al saber, la molicie
á
la Yirtucl, el
¡LJfanje
á
la libertad.
Guillermo.-Ya
ha sonado la hora de nuestra separacion,
ya tenemos señalado el camino en que podemos reflexio11ar, y
aleccionados por lo pasado, mañana podremos descifrar los ar–
canos del porvenir.
VELADA CUARTA.
El sol próximo
á
sepultarse en el ocaso, esconde su elíseo
sangriento entre ua pabellon de nubes r ojas
y
amarillas. Yo
sent<1do sobre la verde yerva qué, festiva engalana las risue1ias
márgenes del Chili, aguardaba
á
mi amigos. A mi Yista se des–
plegaba ('] mas bello panorama, la populosa ciuch1d estaba retra–
tada sobre las cristalinas
y
trémulas ondas que se desliz¡tbnn
tranquilamente, elevando hasta. los cielos un meláncolico mur–
mullo.
¡Oh Cllili! retrato ele la •ida hunrnna, semejante
ít
tus
fugaces onda.s, ó parecicht á esos insectos efímeros qne se Yen
rernlotear por
h1
maliana como polvo en un rayo
del ,
ol,
y
á
In.
tarde ya no existen. Mientrns revolvía en mi rneme estoe pen–
samientos, llegaron mis dos amigos.
Gemrclo.-Amigos,
en mis viajes he admirado mas de una
Yez el génio emprendedor ele los europeos: gracias
á
las mejoras
en caminos y naYegaciou por medio clol ni.por, en >einte
y
n–
na hora salYamos la distancia ele Dublin
á
Lóndres.
¡Cos¡i por
cierto sorprendente! l\Iedianclo el espacio de dos mil leguas en–
tre Inglaterra
y
Amóric<i, deben estos países cousiderarsE· mé–
nos distantes lloy clia, que cuarenta años atn1s Lt Inglaterra y
la Irlanda separadas por un estrecho canal.
Efi$eo.-Yivimo en el siglo manufacturero, que ha cubier–
to la tierra de canales, de caminos de hierro, de ln:m.:os de
Ya–
p
or, sieuclo nuestra marcha por medio del ferro -carril cuarenta
y
J.osveces mas rápida que uu siglo
y
medio atrás,
á
raz n de
d
oce leguas por hora.
'o dejaré ele notar los graYes peligros
que amagan
á
la sociedad por su nuern. organizacion, si no
~e
procura
qu~
á.
su rápido desarrollo presilhm las creencias reli-