Table of Contents Table of Contents
Previous Page  69 / 308 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 69 / 308 Next Page
Page Background

[ 47

J

Por tanto procuraré dar mas amplitud á la ilustraci on

de este punto, para desembarazarle de toda oscuri–

dad. Ante todas cosas, es preciso no olvidar

lo

que

dejamos dicho y repetido en órden á lo que real y

· verdaderamente debe entenderse por santa sede, y

por iglesia romana. Los obispos de Roma en todos

los negocios impo¡;tantes ¡;e creyeron siempre obli–

gados á 'consultar su clero, y nada hacían sin conse–

jo de sus principales miembros y dignidades, á los

cuales en casos espinosos y difíciles reunían tarnbien

los curas de los campos, formándose con esto el sí–

nodo diocesano. Congregaban

á

menudo los seis

obispos de la metrópoli, distinguidos con el título de

obispos cardenales, ó principales entre los otros obis–

pos de las diez provincia,s suburbicarias que compo–

nen el patriarcado de Roma; y .aquellos obispos fre–

cuentemente convocados por él papa componían re–

gularmente cada año, al menos por diputacion, su

concilio ordinario. En los mejores siglos de la

igl e~

sia, dice Fleuri,

discurs.

7.

0

,

fu é-comun persuasion de

los oliispos que la disciplina no podía mantenerse

sin concilio; y mucho despues de haber desapareci–

do tan hennosos di as, aun mostráron los papas ejem–

-plos de la antigua costumbre,-convocando ordinaria–

mente un concilio en cuaresrrta y otro en el mes de

Noviembre, como sucedió bajo Leon IX, Alejandro

JI,

y Gregario VII, es decir, en el siglo XII. Con ser

este último papa nimi amente celoso de su autoridad,

nada hacia sin concilio; y que tal haya

s~do

la prác–

tica constante de lqs demas, es cosa que no niegan

los qt¡e con mas ardor ¡;¡e empeñan en defensa del

poder pontificio. Holstenio dice: "Hasta los menos

versados en la historia eclesiástica sabe,n que cuan–

do algun negocio grave se ofrecía á la sede apostóli–

ca, ó _á otra de las grandes sedes, era de la antigua

costumbre, no solo convocar el clero de la cit•dad,

sino llamar

á

concilio

á

los obispos vecinos, para de-