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16-

mora

en los cielos, se reirá

de

ellos;

y

el Señor los

escarnecerá

(1) . .

Y lo que nos sorprende es que, mientras que

se toman inútiles precauciones contra la accion

sa.nti:ficadora ele la Iglesia,

y

se intenta enervar

sus leyes, conservadoras de la moral

y

del ór–

den de las sociedades, priv.ando á

est~s

de tan

preciosos bienes,

' y

haciendo

á

aquella una in–

juria tan gratuita como ofensiva; los mismos

príncipes d'e la tierra,

<i

quienes extravía;de un

modo t an lamentable el celo de sn autoridad,

haciéndolos confundir los límites ele una

y

otra

potestades , usurpar los derechos de la autori–

dad espiritual, negarle su apoyo,

y

aun perse·

guirla con tenacidad; estos mismos príncipes

dejan minar incautamente su trono por la libre

accion que permiten

á

sociedades tenebrosas,

á

sectas disolventes, en cuyo estandarte se vé es–

crito este lema amenazador: «guerra

á

muerte

))á toda autoridad; guerra al órden social; guer–

))ra

á

todo el que ponga trabas

á

la amplísima

))libertad externa, que apetecemos gozar siem–

>Jpre

y

á cualquier precio.)) Estas

aso~iaciones

• existen, estas sectas viven

y

pululan en medio

de las sociedades, que duermen mientras que

ellas maquinan; cerca de los príncipes, que

es~

tán ciegos mientras que ellas tienen los ojos

abiertos sobre sus faltas, sobre sus descuidos,

y

el brazo siempre levantado para hundirlos

en las ruinas ele sus tronos. Los hombres que

no miran sino la superficie ele las cosas,

y

es_tos

son el mayor número, niegan candorosamel).te

estos planes, rien de estos peligros,

y

condenan

(1) Psalmo 11 , v. 4.

'