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nos hemos preguntado, como el Profeta .rey:
¿Por qué se amotinaron las
gentPS,
y
los pueblos
maquinaron cosas vanas?
(! ).
· Los reyes ele la ti erra, que clebian ser supe–
r iores á estas miserius, siqui era por la autori–
dad que invisten ,. y que es divina. porque «no
hay potestad que no venga. de Dios));
1
orque
«todas las potestades h[tn s1do ordenadas por
Eh; porque <<los soberanos son miúi::¡tros ele
D ios para el bienJ>; porque <<habrá un juicio
durí~imo,
formidable para los que p-residen
á
l os pueblos)); los reyes de la tierra que, por la
altura en que se hallan colocados, debían mirar
los horiz n tes hum<:"tnos con una mirada mas
certera, y contempl ar la pequeüez de las pa–
siones y la grandeza de los principios de j usti–
cia, que est án por encima de todos los cálculos
de la política humana; los r eyes de la tierra se
han hecho, por desgracia suya y por desgracia
tambien de los que están suj etos
á
su imperio,
cómplíces ele ·las maquinaciones de los impíos;
han hecho alianzas , directas ó in directas, ele
accion ó ele indiferencia, .que hóy suele llamar–
se
neutra lidad
ó
no .inte?·vencion,
y t odo esto en
daño de los intereses divinos existentes entre
los hombres, t odo esto en mengua ele
la
gloria
que deben dar al Redentor del linaje humano,
quien ha hecho preciosas sus coronas, ilustrán–
dolas por la
é1' nz,
esmn ltada con la sangre ele
sus venas . Y al contempla r este espectáculo ele
ingratitud y de necedad! es tupendas, hemos re–
cordado esta frase ele David, que retrata
pro~
féticamente sus reales fi sonomías:
Se sublevaron
(1) Psalmo 11 , v.
l.