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hubieran defendido con la otra. Bien les haya·!
si el Señor se sirve de ellos para probar
á
su
inmaculada Esposa, por siete veces, en el crisol
de la tribulacion. De allí saldrá ilesa como los
tres jóvenes del hori1o de Babilonia, mientras
que los que acercan el combustible pueden ser
-víctimas del fuego que' han encendido.
. . Ultimamente,
y·
para terminar este relato;
que ya es harto desconsolador , os partici–
paremos que, por carta de persona fidedigna,
se nos ha hecho saber la extrema penuria
á
que hoy se vé reducido nuestro Santísimo Pa–
dre en su noble prision. Se nos dice que está
careciendo aun de aquellas cosas indispensables
para su sostenimiento, pues no ha querido acep–
tar el oro que le ofrecia la misma mano que ha
derribado momentáneamente su trono. ¡No po–
día el Padre Santo entrar en pactos con los que,
despues de poner asechanzas continuas é inno–
bles á su soberanía, han llegado hasta arre–
batarle la última sombra de su autoridad tem–
poral!
Y , despues de contemplar este cuadro, con
todo el horror que inspira
á
un alma honesta
la injusticia que resalta en su fondo y la hipo–
crecía que delinea sus formas; levantemos nues–
tras mentes á pensamientos mas altos, que nos
consuelen de estas decepciones; elevemos los
cora_zones por la esperanza; alcemos nuestros
oj os
a
una region superior;
y
leamos, cuanto
nos .sea permitido, una página divina, cuya luz ·
radiante y pura disipe estas nieblas
y
nos haga
entrever la aurora del porvenir. Los que tene–
m~s.
fe en la Providencia Divina podemos ser
afligidos , pero no desconsolados; contristados,