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pero no desesperados, por los acontecimi'entos
dolorosos que Dios permite que se realicen por
breve tiempo, para 'que resplandezca mas su
Poder, para que sean probados los que confian
en El, y vergonzosamente confundidos los que
dijeron en su corazon-no hay Dios-y se cor–
rompieron é hicieron abominables en sus pro–
yectos. Así permite Dios las tempestades, que
a.sordan los aires, sublevan los mares , y destru–
yen los campos, para que el aire se purifique,
el mar se humille, reconociendo el linde que le –
ha trazado su diestra, y el prado se vista con
mejores galas despues de llevar un lqto pasa–
jero, que hace mas espléndido su n
uevo atavío.
Siguiendo atentamente la marcha
siempre.ad–
mirable de aquella Providencia di
vina, descu–
brimos un designio, cuya realizacion nos ma–
nifiesta la unidad de plan que Dios sigue en
sus obras, y la ceguedad con que los hombres,
instrumentos libres del Supremo Artífice, coo–
peran á la prosecqcion
y
consumacion de ese
mismo plan . .Así, la vida de
N
uestro Señor
J
e–
sucristo se reproduce en su Iglesia hasta en los
menores detalles.-Nace místicamente en las
almas que le conocen por la vez primera, en los
pueblos que reciben su Evangelio; vive, enseña,
.cura, hace prodigios en el seno de las socieda–
des creyentes, á la vez que establece su autori–
dad entre los inprédulos, por los signos
er~
traordinarios que acompn,ñan la predicacion de
sus enviados; padece persecucion, bu-rlas, des–
precios y ultrajes de todo género de parte de
los que, conociéndole, vuelven á crucificarle en
su corazon por el pecado, y ele parte tambien
de los que, sin conocerle, hacen cruda guerra