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---- 12 ----'

i1los que a:imncian ·su doctrina

y

administtan

sus sacramentos; muere en las almas que pre–

:fieren las idolatría del pecado al sublime cülto

de su divinidad; y renace, resucita en los qu@

se convierten de nuévo á su

servicio~

y escuchan

sus palabras de paz, que son

u~a

prenda de

gloria. Todo el que haya seguido atentamente

estas evoluciones del espír itu humano en rela–

cion con la fé cristiana, verá, como Nos, que N .

S.

J.

C. vive y v.ivirá en su Iglesia, identifica–

do con ella, perseguido en ella, y triunfante en

ella, hasta que llegue el dia en que la eternidad

envuelva al tiempo en una mortaja de luz

1

y

el Salvador triunfante vea á todos sus enemi–

gos sirviendo de escabel á sus plantas adora–

bles;porque escrito está:

Yo estaré con vosotros·

.

todos los clias hasta la consumacion ele los siglos

e

1);

y escrito tambien está: que el Señor ele cielos

y tierra dijo á Nuestro Señor, esto es, á su Ver- .

bo humanado:

siéntate

á

mi clen:cha hasta que

ponga·

á

t-us enemigos por peana de tus pies

(2).

Por esto es que, al mirar con azoro la cruda

guerra que hoy se hace á la Esposa de

J

esus,

á

la Iglesia Santa, y en la que toman una parte

tan activa los individuos y los pueblos, apesar

de que unos y otros le son deudores ele muchos

beneficios y aun de la misma_cultura de que se

jactan,

y

en cuyo nombre quieren proscribida;

al éontemplar la ingratitud con que los hijos se

vuelven contra su Madre; y al pensar, á un

tiempo mismo, en la locura de su intento y en

la inutilidad de sus esfuerzos; al ver todo esto)

.

'

(1) Evang. de S. Mateo, Cap.

xxvn¡,

V.

20.

(2) Psalmo CIX, 1

y

2.