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de mandar, y en el caso de que hablamos, la prerogati,,a

p1·obada

de una infali bilid a d que se disputa, y qpe no con,

fundiremos j a mas con la supremacía, cualesquiera que sean

l.as

doctrinas paradójicas del docto Co¡}de,

4·9.

R eglas para conocer las at.·ibucione.s p1·opias del

Pri–

mado.

Para conocer las atribuciones propia s del Primado, no

hai mas que atender a l fin porque Jesucristo lo ha insti–

tuido, Y ¿cuál es el fin porque Jesucristo instituyó el Pri–

mado? "Para evita r el cisma

y

m11ntener la unidad," fu é

instituido el Primado en expresion de San

Jerónimo-inte·r

tluodecim nnus eligitU1·, ut capite constituto, schismatis to–

llat"'· ocaasio.

Y ¿cuáles son los puntos necesarios á la

conser vacion de la unidad? Quien abra la historia, verá

que en las I glesias había variedad de ritos y .costumbres,

sin perjuicio de la ¡¡nielad; pero que nunca jamas era n li–

)J res e n punto d e doctrin a, ni e n elej ir los medios de santi–

ficacion, ó tener mayor ó menor nljmero de sacramentos; ni

en desconocer la lejitima autül'idad de los pastores, puestos

en la Iglesia por el Espíritu Santo, Cuando San Pab lo

exortaba á los E fesios,

á

que conservasen la unidad del es–

píritu en el víncu lo de la paz, y fuesen un solo cuerpo y un.

solo espírit u, les i1\dicaha los puntos, qt¡e eran como las r a–

zones poderosas para guardar concordia y mantener uni–

dafi, á saber, que todos reconocian

á

"un

tnisn1o

Señor,

profesaban una misma

fé,

y

habían recibido un mismo ba u–

tismo"-unus _f)o?nínus, una fides. unnm bctptisma.

50. At.·ibucioues p ,.opias del p,·imado.

A consecuencia de lo -que acabamos de decir, no puede

negarse, que es atributo propio del Primado, tomar conoci–

miento de los puntos doctrinales ó pertenecientes

á

la fé.

Pudiera la Iglesia universal desentenderse, ó no reputar

por falta, que algunos pocos d e sus obis pos no hubiesen ex–

p resado su sentencia en u na cuestion doctrinal; pero nunca

jamas ¡)odrá desentenderse d e que e l Romano Pontífice

haya g uardado silencio, y no esperar su juicio. No hai ne–

cesidad de añadir, que las causas rela tivas

á

los sacramen: