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-J.O-

ella sola gozaba de preferencia sobre las demas; as1 como

Dios es Señor universnl, porque todas las cosas se hallan

bajo de su domi nio."

Pero si la Iglesia de Roma, digamos

nosotros, tiene preferencia ó primacía sobre las <lemas, esto

mismo ·está diciendo, que h ai dos términos que no J ebeit

confundirse; y qué llamar Iglesia de Roma

á

la Iglesia uni–

versa l, é Iglesia universal á

la

lglesi~

tl.e Roma, parece una

manera mui impropia de habla r,

y

ademas innecesaria para

el intento de reconocer primacía en la Iglesia de Roma, ó

en la Santa Sede ele Pedro.

Impropia tambien

é

innecesaria

y

aun atrevida no$ p a–

r ece la comp aracion, de que la Iglesia de Roma puede lla–

marse universal, asi como D ios es Señor

uni ,·ersal

de toda!i

las cosas, á caus>t de tenerlas bajo de su domi niu.

Porque

prescindiendo de la p>tlabra

dominio

traída á propósito de

·la 1glesia de Roma respecto de las demas Iglesias, y sosti –

tuyendo al Santo nombre el e Dios el de un mortal cua l–

quiera, Señor de muchas cosas; como estas se diferencian

del Sei'íor,

y

no se contiene n en él, aunque siempre á

SlJ

dis–

posicion

y

baj o de su dom i"nio, puede con propiedad d ecirse

d e él, lo que solo imp •·opia

y

absurdamente se afirmaría de

la Iglesia romana. Mas la Curia h a dich o con provecho–

la

Iglesia universal de Roma,

para lleva•· adelante sus pre–

tensiones.

Co11cluyamos, tmyenclo

á

nuestro propósito las

siguientes palabras ele Belarmino, para su obj eto de probar

el Obispado universal-"e1 R . Pontífice tie11 c cuidado

en

jeneral

de todas h•s iglesias, si n excl uir e l que particular–

mente conviene

á

los

obispos"-ltabet ctomn totius ecclesia:,

sed genenzlem.

J

6.

Ji

echos de la histo1·ia contra el Obí.<pado universal.

Despues del raciocinio, presentemos algun oS hechos

rle

la historia, gue desmienten el pretendido Obispado uni ver–

sal d el R. Pontífice.

1. Marcion fué excomu!'gado por su

Obispo,

y

se cl irijió

á

Roma, cuando la Santa Sede se hal la–

ba vacante por muerte de H iginio. Los presbíteros que:

g?bernaban entónces, se negaron

á

recibirle en su comu–

mon, alegando gue no podían obrar en contracliccion de lo

hecho pot· su Obispo.

Si hubieran creído el Obispado uni–

versal, habrían dicho que aguardase la próxima eleccion del

nuevo

l';~pa.