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-34·5-

sehtcncia:s el santo nombre d e D ios, " de quien es vicariO'

sobre la tierra,

y

la auto1·idad de San Pedro

y

el e San Pablo,

y

la plenitud de potes tad,

y

la mision r ecibida del cielo pa–

ra declarar lo bueno y lo malo, lo justo

y

lo injusto?"

¿Quién podrá preveer la multitud de combinaciones que so–

brevenchia n,

y

la eomplicac ion de los negocios, sostenidos

por el interes,

ó

por la a udacia de la conci éncia,

y

á veces

quizá contra e lla misma? ¿Ni qui én nnmerar los mall!s, que

de uno en uno se irían eslabonando en tan pelig ros" insti–

tucion, y ponderar e l don funesto que sin persarl o, haríamos

á

la posteridad? Nosotros no hablamos d e simples proba–

bilidades; hablamos en

prese~ci a

de solemn es documentos,

que darían

á

la p robabilidac1 él mérito

y

h fue rza d e una

prediccion: hablamos, en fin, tle la

•·eswTeccion

d e un siste–

m¡i, que todavía existe todo entero en las intenciones de la

C uria,

y

á

la cua l solo le fa lta la oportunidad, que proc,ura

. tenazmente por medio de la propagacion d e sus doctrin as.

¿O se dirií r¡ue el espí ritü d el sigl¡> no pe1·mitirá á la Cmia

e l triunfo de .su propagand a? Pues bi en: no pongais-un obs–

táculo al espíritu d el siglo; conformaos con sus lecciones,

y

repeled con él la maj istratura del Papa e n la" contiend as d e

los gobier nos.

Por último, si miramos los Íliconvenientes, que respecto

de la Iglesia causaría la nueva investidura d el Romano

Pontífic·e, encontrarémos en cada uno de ellos una nueva

razon contra el propósito que estamos desacreditando. Te–

nemos por inconveniente,

y

reputamos por verdadero mal

en la Iglesia, cuanto contribuya á desviar á sus ¡)astores del

camino trazado por J esucristo. Cuando él fué rogado para

que hiciera la particion de una herencia,

á

fin de que con su

sabiduría

y

mansedumbre evitára las disensiones ele familia,

contestó de una

n1anera,

que tal vez no creerian nuestros

adversarios, si d el Evangelio no constára termi nan temente

la

respues ta-¿q~tien

me Ita constituido

á

mi juez

ó

repfJJr~

tidm·?

Esta sentencia importa una leccion

y

un ejemplo,

y

para nosotros una prueb¡¡. inconstest?ble e n h cuestion,p re–

seute.

A d emas, si entre las ocupaciones mas laudables tie ne lu–

gar la administracion el e j usticia; sin embargo, por buena

y

laudable que sea, d eja d escontenta á una d e las partes. El

~acerdote

no debe es.ponerse

á

otras ocliosidacles, c¡ue aque-

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