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sehtcncia:s el santo nombre d e D ios, " de quien es vicariO'
sobre la tierra,
y
la auto1·idad de San Pedro
y
el e San Pablo,
y
la plenitud de potes tad,
y
la mision r ecibida del cielo pa–
ra declarar lo bueno y lo malo, lo justo
y
lo injusto?"
¿Quién podrá preveer la multitud de combinaciones que so–
brevenchia n,
y
la eomplicac ion de los negocios, sostenidos
por el interes,
ó
por la a udacia de la conci éncia,
y
á veces
quizá contra e lla misma? ¿Ni qui én nnmerar los mall!s, que
de uno en uno se irían eslabonando en tan pelig ros" insti–
tucion, y ponderar e l don funesto que sin persarl o, haríamos
á
la posteridad? Nosotros no hablamos d e simples proba–
bilidades; hablamos en
prese~ci a
de solemn es documentos,
que darían
á
la p robabilidac1 él mérito
y
h fue rza d e una
prediccion: hablamos, en fin, tle la
•·eswTeccion
d e un siste–
m¡i, que todavía existe todo entero en las intenciones de la
C uria,
y
á
la cua l solo le fa lta la oportunidad, que proc,ura
. tenazmente por medio de la propagacion d e sus doctrin as.
¿O se dirií r¡ue el espí ritü d el sigl¡> no pe1·mitirá á la Cmia
e l triunfo de .su propagand a? Pues bi en: no pongais-un obs–
táculo al espíritu d el siglo; conformaos con sus lecciones,
y
repeled con él la maj istratura del Papa e n la" contiend as d e
los gobier nos.
Por último, si miramos los Íliconvenientes, que respecto
de la Iglesia causaría la nueva investidura d el Romano
Pontífic·e, encontrarémos en cada uno de ellos una nueva
razon contra el propósito que estamos desacreditando. Te–
nemos por inconveniente,
y
reputamos por verdadero mal
en la Iglesia, cuanto contribuya á desviar á sus ¡)astores del
camino trazado por J esucristo. Cuando él fué rogado para
que hiciera la particion de una herencia,
á
fin de que con su
sabiduría
y
mansedumbre evitára las disensiones ele familia,
contestó de una
n1anera,
que tal vez no creerian nuestros
adversarios, si d el Evangelio no constára termi nan temente
la
respues ta-¿q~tien
me Ita constituido
á
mi juez
ó
repfJJr~
tidm·?
Esta sentencia importa una leccion
y
un ejemplo,
y
para nosotros una prueb¡¡. inconstest?ble e n h cuestion,p re–
seute.
A d emas, si entre las ocupaciones mas laudables tie ne lu–
gar la administracion el e j usticia; sin embargo, por buena
y
laudable que sea, d eja d escontenta á una d e las partes. El
~acerdote
no debe es.ponerse
á
otras ocliosidacles, c¡ue aque-
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