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los ancianos. D ios resiste
ií
los soberbios, así como á los
hum ildes les
da'"
gracia. H umilla os bajo la mano de Dios,
para que os exalte en el día de la visitacion." ¡Que asi hu–
l>ieran hablado
y
procedido siempre los sucesores de San
P edro!
j.
Los P apas de los t1·es primeros siglos.
Los que sucedieron á Sa n Ped ro en los tres primeros
siglos, se ocupaban en la
conversion.delas jentess en arre–
glar las ceremonias del cul to; en celebrar ordenaciones, pa–
ra que nuevos ministros ll evá ran á otras tierras el mensaj e
de la buena nueva; en sufrir con paciencia y aun con rego–
.cijo la persecucion de los Césares
y
de sus procónsules,
á
quienes obedecían como leales súbditos, sino cuan do es–
ta ba ele po r medio la conciencia,
y
entónces, sin orgull o ni
ostentacion. Hacer bienes e1·a su oficio,
y
atencl e•·
á
los
necesitados, aunque fueran de iglesias retiradas; lo que
., continuó despe el principio hasta formar costum b•·e, que
l1 om aba á sus autores.
3.
Los Pctpas del
siglo
4·.
0
•·estJetaban los
ci'mones.
L os papas posteriores
á
la paz de Co nstantino, no des–
mintieron la conducta de sus predecesores,
'y
desplegaron el
celo de su primado ele una ma nera tan modesta
y
evangéli –
ca, como lo hubieran practicado San L ino
y
San Clemente.
Cuando el Papa Julio reprobaba lo cond uc ta de · los obis–
pos orientales con San Atanasia, no hablaba en a lto ton o,
y cómo que desconociera en los obi spos el derecho de juz–
ga r á otro obispo, sino que tenia á mal su modo ele proceder,
ó que hubiesen seguido el juicio con infraccion ele los
edno–
nes;
pa<labra que repetía á cada paso, haciendo alarde de
observa r él los cá nones, que los orientales habian infrinjido.
Este res peto á los cánones, es dt>c ir,
á
las reglas dictadas
por 'ümchos obispos en
C~nci l io,
era una espresion favorita
de esos papas,
cmpeñacl.osen que tuviera cumplimiento lo
dispuesto por los pad res. "Estimo mas la observancia el e
las leyes eclesiásticas, que el habitar en R oma," decia el
P apa L iberio, amenazado de destierro por el E mperador.
Cuando esos papas eran consul tados por los obispos, no
¡:li.ctaban leyes, sino que se referían á lo dispues to en los li-
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