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-34·3-

Venecia se hallaban en g uerra: el duque de

lVIódena

y

el

Papa Paulo II se presentaron como mediadores. E l duque

buscaba de buena fé los medios de concil iacion, mient1·as

que el Papa hacia esfu erzos secretos para impedirla. EI

Embajador de Ferrara tenia 1\136 trabajo en frustrar las·

amenazas sec•·etas del Papar que en conciliar los intereses

d e las potencias enemigas. E l duque ele l\'Iódena, despues

d e haber discutido los artículos con las partes conbratantes,

dejó al Pontífice todos los honores d el tratado de paz. Al

publicarlo Paulo

11,

añadió la condicion inesperada de nom–

brar á Coleoni general de la cristiandad, para sostener

la

guerra cont•·a los Turcos en A lbania, pagándole cien mil

florines, que le suministrarían todos los Estad os de Italia.

Pero sus gobiernos se persuadieron que el Papa no tenia

mas objeto, que el de oprimir

á

la Italia; y desconcertado

Paulo tuvo que borrar d el tratado lo que miraba á Coleoni."

Hai ac.lemas otra consideracion ,

y

es que los Papás, no

solamente obrarían en favor de los intereses del príncipe

eclesiástico, sino tambien de los del sucesor de Pedro. Los

ejemplos que hemos referido en varias disertaciones, ma–

nifiestan la propension de los Papas á servirse d e fa s acon–

tecimientos, para recomenda r su autoridad apostólica, ha–

ciend o suyos, ó

espirituali1wndo

los asuntos. Tomemos po1·

ejemplo el mencionado documento de Paulo

11.

Quien lea

su bula, adverti1·á al momento, sino es de la Curia, que el

Papa no p•·ocedia en virtud de una mediacion acep.tada,

sino por uno de aquellos "oficios inh erentes á su autoridad

pontifical, en cuyo desempeño, debía procurar la paz

á

los·

pueblos cristianos." Alega luego un pasaj e del Deuterono–

'mio, donde " se ordena ocurrir á los sacerdotes en las cau–

sas ambiguas

y

difí ciles,

y

estar á su sentencia." Y al eh –

cargar la paz, emplea " la autoridad de Dios omniponente,

y de los bienaventurados Pedro y Pablo," y añadiendo " la

plenitud de su potestad apostólica, ordena

á

todos los piín –

cipes de Italia, que guarden paz." La simple invéstidura

de mediado•· ent•·e F lorencia·y V e'necia, no daba derecho

para adelantar el discurso, y decir tanto.

Supongamos ahora, á placer de 11\lestros adversa rios, que

e l supremo y tremendo poder que

efectivamente

ejercieron

los Papas, hubiese procedido de la existencia de un

derecho

público,

y discu rramos asi-si el derecho público no fué