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antiguo 'de los sínodos cuyas actas se conservan, fué com–

puesto del Obispo, <le siete abades, de treinta y cuatro p•·es–

bíteros, y de tres diáconos: se hicieron cuarenta y cinco cá–

nones para el arreglo de ·la disciplina,

y

e n el último se di–

ce, que "todo ha sido formado de comu n consentim iento,

y

por au toridad canónica." Despues de la suscripcion del

Obispo siguen l<tS de los abades, presbíteros

y

diáconos. A

fines del mismo siglo, un sínodo diocesano de Landaff, pre–

sidido por su Obispo Oudoceo, hablaba en cuerpo,

y

no el

Obispo

salo,

e n la resolucion que se

tomó-plena sinodus

j udicavit.

·

S i nos encargamos de considerar a lgunos sínodos d ioce–

sa nos de. Amé rica, veremos al señor Leon, Obispo de Are- .

quipa, e n su sínodo de 168+, que no daba por si solo

las

co nstituciones, sino con aprobacion del Santo Sínodo·; vere–

mos en. las sinodales del señor Carrasco, Obispo de Salltia–

O'O

de Chile, en 1688 las espresiones que siguen-"ha juz–

gado esta Santa Sínodo, orde nar

y

mandar las co,;as si–

g uientes;"

y

en las del señor AZLla, Obispo de la Concep–

cion de Chi le, en 1744--"manda esta Santa Sínodo-i nfor–

mada esta Santa Sínodo-tie ne por conveniente esta Santa

S inodo-prohibe la Santa Sínodo." Previene el Pontifical

Romano, qtle al fin d-el Sí nodo "se lean las constituciones

qu'e han de ser aprabadas por é l; despues de lo cual se

h~l'á

el e'scrutinio,

y

se conocera, cual'es tienen la aproba–

cion,

y

son confirmadas por los Padres."

Padres

llama el

Pontifical Roma no á

los presbíteros que concurren al

Sínodo.

5. Ra-z,ones del docto Gibert áfavO?· de los Pá•·rocos.

Demuestra el canonista Gibert, e ntre muchas pruebas,

la autoridad de los párrocos en los sínodos dio·cesanos,

l.

0

por "]a repeticion con que se eelebmban,

y

el tiempo que

en ellos se empleaba, quedando privados los fie les de so–

corros espirituales, lo que no era creíble que hubiese s uce–

d id o, si solo tuvieran que concwTit· á oir las amonestacio–

nes del Obispo:

2.

0

porqu~

siempre se ha creido, que aun

los sínodos particu lares co ntaban con el a uxilio del Espí–

ritu Santo, lo que no pe>dia explicarse en cua nto dicho auxi·

lio se hubiese de entender únicame nte cle que los presbite-