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espresion de San Cipriano, era sin comparacion mayor
que e l de prestar s ufrajio,
y
por otra parte lo suponía evi"
den~emente;
porque habría injusticia en permitir al pueblo
que acusase
y
descub riese al hombre vicioso,
y
no que ala–
base y p u blicase al que tenia virtudes;
y
que S an Cipriano,
contrayéndose
á
un caso d eterminado, hablaba d el derecho
del pueblo para rechazar
á
los malos pastores y escójer
otros. Concluye así: " una prueba
evidente
d e <1ue e l clero
y
el pueblo
elejian ve·rdade.-ammlte
á
su Obispo en los- pri–
me•·os si,g los, es que ellos le elej ian aun clespues d el Conci–
lio d e N icea." S i tal era
la
costumbr e d e
la
I glesia respec–
~o
d e los obispos y presbíter os, no hallamos razon para ex–
cluir
á
los pá1:rocos, es d ecir, á los p•·esbí teros de pueblos;
y antes bien,
h
razon es mas fue rte respecto d e los párro–
cos. "El que ha de apacentar á tod os, debe ser elej ido por
todos,'.' fué una máxima r epetid a por los Papas
y
los O bi spos.
SG.
Bienes que pueden !tacer los pan·ocos.
Verificadas las condiciones anteriores, nadie como los cu–
ras podrán contribuir á la educacion d e Jluestros· pueblos.
A l dirijir el párroco las con ciencias d e los fi e les, distingu irá
las d octrinas evangé licas
y
las pre tension es d e
b
Cmia;
y
no corromperá la moral, ll ama nd o bu eno lo malo, y ma lo lo
que es bueno ó indiferente. R eproba1·á el ma l en cu a lquiera
pa •·te que se hubiese cometid o; pe ro sin tUl·ba r el órd en do–
méstico. Superior á los partidos, s<ibrá ma ntene r la ind epen–
dencia que se necesita pa ra moderarlos, no con el, altivo to–
no de quie n ostenta auto ridad, sin o con la modestia del pas–
to r evangélico, que se insinúa dul cemente, y se ca pta el
a¡nor y el respeto aun cuando corrij e. I1acienclo en medio
d el temp)o,
y
á presenci a de D ios, lo qu e en las sociedad es
políticas no se h a hecho todavía, es d ecir, reun iendo á to–
d os, y pre clicanclo á todos en e l idioma de la caridad, esti –
mulará
á
los cittd adanos
á
que im iten ig ua l proceder, y fo–
menten el espíritu d e a soci acion
y
d e fraternidad. V erifi ca–
d as, volvamos
ó
dec ir, las condi ciones anteriores,
ó
dando
p a rte á los pue blos en la eleccion de sus curas; dotados es –
tos con una renta fij a, h as l·a que ll eg ue el dia en que sean
mantenidos por s us parroquianos; a compañados de sus es–
posas,
é
ins truidos
~lo
solo en la ciencia del evangelio, siuo