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-152-

30 . Es preciso ·remover los impedimentos que se opo1ten

al crédito de los pá·rrocos, dotándolos,

y

no prohibiéndoles

elmat.·irnonio.

Empecemos confesando con dolor

y

vergüenza, que la

mayor parte de nuestro clero americano no merece todaYÍa

la confianza que se necesita para el objeto que hemos indi–

cad o.

E n primer lugar, es preciso po,ner á nuestros párro–

cos en una situacion, en que dej en de ser odiosos

y

pesados

al pueblo, no exijiendo ni recibiendo cosa alguna por bauti–

zar, por casar, por enterrar,

y

por otros oficios eclesiásticos,

sino tomando una renta fija del Gobierno, mientras haya

r eligion del Estado. En segundo lugar, para debilitar el

espíritu de corporacion en los párrocos, es indispensable

hacerlos pertenecer

á

la sociedad por medio del matrimonio.

Las Naciones

y

la Iglesia no se reforman con pinturas, ni

la tenacidad en un propósito es pod·erosa de remediar los

males. Angeles quiere ver la Curia en los párrocos; nosotros

deseamos ver hombres,

y

maestros de la moral,

y

buenos

pastores, para qu e no se les fuerce á ser bestias ó demonios,

entregándose al despecho y abandonándose. Con el matl·i–

monio de los párrocos desaparecerán ó habrá ménos escán–

dalos, mas moralidad, aunque sea esa pobre

y

vulgar mora–

lidad que los ángeles dejan

á

los hombres: habrá mejores

saceJ'(Iotes, aunque no tan

pe·lfectos:

habrá mejores legos en

fuerza del egemplo de sus buenos párrocos. Repetidas ve–

ces h emos observado, que la santa relig ion de Jesucristo

no se contenta con procurar el bien de la mayoría, si–

no que atiende á cada cristiano como si fuera el único;

ú

imitacion del Salvador, que dejó lecciones

y

ej emplos en la

pará bola del pastor, que abandon ó noventa

y

nueve ovejas,

J>or ir en busca de una sola. N o sea obl igatorio

y

perpetua

el celibato; no se prohiba el matrimonio.

3 1.

Cualidades que han de acompaña·r á los pá1Tocos :

1.•

Espi,.itu Evangelico.

Antes de tod o, los pá rrocos deben llevar la iustruccion

conveniente para el desempeño de su ministerio, es decir,

deben tener profundo conocimiento del Evangelio,

y

pene-