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30 . Es preciso ·remover los impedimentos que se opo1ten
al crédito de los pá·rrocos, dotándolos,
y
no prohibiéndoles
elmat.·irnonio.
Empecemos confesando con dolor
y
vergüenza, que la
mayor parte de nuestro clero americano no merece todaYÍa
la confianza que se necesita para el objeto que hemos indi–
cad o.
E n primer lugar, es preciso po,ner á nuestros párro–
cos en una situacion, en que dej en de ser odiosos
y
pesados
al pueblo, no exijiendo ni recibiendo cosa alguna por bauti–
zar, por casar, por enterrar,
y
por otros oficios eclesiásticos,
sino tomando una renta fija del Gobierno, mientras haya
r eligion del Estado. En segundo lugar, para debilitar el
espíritu de corporacion en los párrocos, es indispensable
hacerlos pertenecer
á
la sociedad por medio del matrimonio.
Las Naciones
y
la Iglesia no se reforman con pinturas, ni
la tenacidad en un propósito es pod·erosa de remediar los
males. Angeles quiere ver la Curia en los párrocos; nosotros
deseamos ver hombres,
y
maestros de la moral,
y
buenos
pastores, para qu e no se les fuerce á ser bestias ó demonios,
entregándose al despecho y abandonándose. Con el matl·i–
monio de los párrocos desaparecerán ó habrá ménos escán–
dalos, mas moralidad, aunque sea esa pobre
y
vulgar mora–
lidad que los ángeles dejan
á
los hombres: habrá mejores
saceJ'(Iotes, aunque no tan
pe·lfectos:
habrá mejores legos en
fuerza del egemplo de sus buenos párrocos. Repetidas ve–
ces h emos observado, que la santa relig ion de Jesucristo
no se contenta con procurar el bien de la mayoría, si–
no que atiende á cada cristiano como si fuera el único;
ú
imitacion del Salvador, que dejó lecciones
y
ej emplos en la
pará bola del pastor, que abandon ó noventa
y
nueve ovejas,
J>or ir en busca de una sola. N o sea obl igatorio
y
perpetua
el celibato; no se prohiba el matrimonio.
3 1.
Cualidades que han de acompaña·r á los pá1Tocos :
1.•
Espi,.itu Evangelico.
Antes de tod o, los pá rrocos deben llevar la iustruccion
conveniente para el desempeño de su ministerio, es decir,
deben tener profundo conocimiento del Evangelio,
y
pene-